Mickey: Nunca más

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Cuando abrí los ojos, todas las imágenes se mezclaron en mi mente, rompiéndome desde lo más profundo de mi ser.

La reunión de todos en mi casa, y esa explosión que consumió todo; los gritos taladraron mi cabeza con una fuerza devastadora, y luego el silencio y la suave voz del cirujano, filtrándose por mis oídos mientras mis ojos contemplaban el espectáculo imposible en los espejos del techo.

Mi cuerpo, mis brazos y mi cabeza estaban separados, entre una amorfa masa de interiores y un charco de sangre; pero aún estaba vivo, ellos habían mantenido mis funciones a través de sofisticados aparatos.

Aunque perezca increíble, estaba vivo y consciente, y presa del horror que estaba pasando, acepté que nos convirtiesen a todos en androides; cuando recuperé la conciencia entendí la magnitud de mi error. Aún cuando nuestros cuerpos habían sido destruidos, ellos consiguieron preservar nuestras mentes, encerradas en cápsulas metálicas conectadas a un complejo sistema nervioso artificial. A ellos los programaron con un sistema de bloqueo mental, que evitaba que se hicieran preguntas, pero ¿A mí? A mí me cobraron el precio de salvar sus almas, condenando la mía al terror de vivir una mentira nueva cada día, sonriendo siempre mientras sabía que ellos eran prisioneros ignorantes.

Había salvado sus vidas, sí, pero a un costo imposible de asumir; las almas son eternas, pero los seres vivos deben cumplir un ciclo, y queriendo salvarlos los condené a ser marionetas vivas por toda la eternidad.

Quise salvarlos, pero descubrí que los había enviado a un infierno peor que el mío. Cuántas veces imaginé en las noches lo que sucedería cuando ellos lo descubrieran; Goofy enloquecería al saber que su amado hijo Max había sido convertido en un androide sin voluntad, Daisy se arrojaría en contra de ellos, la abuela seguramente perdería el juicio. ¿Y Donald? Donald jamás me lo perdonaría, y supe que cuando llegara el momento, realmente no existiría el perdón para mí.

Lo intenté tantas veces, luché por creer que había sido una buena decisión, pero la horrible verdad me aplastó día con día.

Ya no puedo soportarlo; pero existe una esperanza, una mínima de que algo se salve y pueda resurgir. Dentro de este cuerpo de metal y circuitos la energía viva del alma continúa existiendo, y no voy a permitir que sea usada por ellos para que le mientan al mundo; ya no tengo salvación, pero tengo que intentar algo más, una última alternativa para ellos.

La sonrisa se quiebra, y la llave que ha mantenido mi cuerpo como una celda para mi mente se triza. Hay una fisura, y el grito se escuchará a través del universo.



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