Yo te contaba mis absurdas historias, mientras tú dejabas que tu té enfriase.
Una vez que estaba frío, te lo bebías.
Y ahí ya no me escuchabas.
Sólo estabas pendiente del té.
Cómo siempre lo estuviste.
Yo te contaba mis absurdas historias, mientras tú dejabas que tu té enfriase.
Una vez que estaba frío, te lo bebías.
Y ahí ya no me escuchabas.
Sólo estabas pendiente del té.
Cómo siempre lo estuviste.