Capítulo 15

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Ella se paralizó completamente cuando el agente sacó un arma y le apuntó al joven al otro lado. El agente mantuvo su mirada en ella, pero su objetivo estaba claro. Sabía que no podía herirla, pero podía herirlo a él. Tragó en seco, siendo consciente que no llegaría, no podía cruzar hasta alcanzarlo y tocarlo y no se iría sin él. Tenía que pensar, y tenía que hacerlo rápido. ¿Tal vez saltarle encima? Si lograba distraer al agente el tiempo suficiente para alcanzar al joven entonces podrían desvanecerse y ponerse a salvo. ¿Pero qué pasaba con el otro chico? Habían prometido encontrarse allí con él, no podían partir y dejarlo atrás, ellos no eran así.

El agente sonrió de un modo cruel como si pudiera ver sus pensamientos en su blanca expresión. Ellos siempre le habían resultado iguales, fríos y despiadados, únicamente pensando en atraparlos a cualquier costo para Dios sabía qué. Miró al joven al otro lado. Las armas nunca provocaban nada en él, y luego de comprender que no podían hacerle daño, en ella tampoco. Él llevaba años en aquello, mucho tiempo más que ella, y su incuestionable lógica siempre lo mantenía calmado además de hacer que no temiera a nada ni actuara de un modo irracional. Bueno, al menos irracional para como él era. Pero había algo en su expresión, una pizca de oscuridad que ella reconoció en su mirada y sabía que no presagiaba nada bueno. Y ella lo comprendió enseguida. Había una razón por la que un agente estaba allí en vez de la persona correcta.

—Un solo movimiento y le vuelo la cabeza a tu querido novio —Dijo el agente—. Tú decides.

—Si debemos ser realistas, tienes orden de conseguirme con vida y te espera el infierno si me matas. Tu superior no tiene piedad. Y hay veinte por ciento de probabilidad de sobrevivir a un disparo en la cabeza, no sé si estás al tanto —Dijo el joven con su diversión habitual y entonces su expresión se endureció—. ¿Dónde está Ivan?

Ella conocía el proceso. Era una oportunidad, una prueba para averiguar si este agente no era más que una marioneta o realmente un hombre malvado. Y temió conocer la respuesta al no ver a Ivan por ningún lado. Y supo, por la mirada del agente, por el regocijo en su expresión y por el modo en que el joven cerró sus manos, que el hombre acababa de perder su oportunidad. Ella permaneció quieta, temiendo tentarlo a apretar el gatillo por más que sabía que el joven estaba en lo correcto y el hombre tenía orden de llevarlo con vida. Miró al chico a los ojos, necesitando alcanzarlo no para sacarlo de allí sino para salvarlo de él mismo, porque debía estar viendo en la mente del agente algo que no presagiaba nada bueno.

—Ni lo pienses —dijo el agente mirándola, sacándole el seguro al arma—. El pedido dice vivo, no sano. Él tiene una reunión pendiente hace demasiados años con mi superior. Para ti, por otra parte, no hay utilidad. Es una lástima que no se te pueda eliminar.

—¿Quieres saber lo que le sucedió al último que intentó hacerle daño? —dijo él—. ¿Dónde está Ivan?

Ella negó apenas con la cabeza, sabiendo la respuesta. Y él también la conocía, por eso mismo no la buscaba en la cabeza del agente, por eso mismo estaba preguntando en vez de fijarse por su cuenta. El agente rió, un sonido vacío y desalmado que hizo que ella casi se estremeciera. Frente a sus ojos no debían ser nada más que aberraciones, errores genéticos que debían ser estudiados cuando valían la pena, como él, o eliminados cuando no lo hacían, como ella.

—Ese bastardo ni siquiera fue fructífero para la investigación, no sirvió de nada en la mesa de operación —dijo el agente.

La chica sintió su corazón temblar al escuchar aquello. ¿Cuántos de ellos habían muerto en aquella mesa de operación mientras los otros experimentaban con ellos y lo abrían para comprenderlos? E Ivan era inmune a cualquier tipo de fármaco o substancia, no habría sido sedado ni anestesiado, aquello no hubiera nunca funcionado en él. Habría estado completamente consciente, sufriendo el dolor y la tortura hasta que su cuerpo simplemente no hubiera resistido más, gritando en agonía y observando el horror que lo rodeaba.

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