A un paso del abismo

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"A un paso del abismo, ahí estás tú... ahí estoy yo. 
A un paso de la nada, con el alma ya marcada.
Cruel juego del destino, el cual nunca he conocido.
Y en el centro del espejo, ahí estás tú... mi reflejo."

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Así que esto era.

Así era como uno se sentía.

Bien, está bien. Ahora él realmente podía decir que sin razón de dudas, él ya no era nada.

En realidad era algo que de tan triste resultaba patético. Lo sabía. Pero bueno ¿qué parte de su vida no lo había sido?

Esto solo terminaría siendo algo más que añadir a su lista de luchas y fracasos... El último. Por fin.

.•*•.

El joven caminó entonces a un paso lento pero firme, autómata se diría; como una especie de zombi hacia el lugar que la parte más oscura de su mente -esa parte que creyó haber perdido hace ya mucho-, le gritaba que necesitaba. Era una urgencia que le instaba a seguir sin cuestionar. Ya no tenía sentido ¿no?

Sí, él verdaderamente necesitaba llegar allí y realizar finalmente un buen trabajo que le quitara de su atribulada mente un poco de todo ese dolor que amenazaba con doblegarlo hasta la ridícula inutilidad. Él sabía que podría con ello. Tenía que hacerlo.

Era lo único que le quedaba ahora.

Su meta.

Una finalidad ambigua.

Toda su vida había estado jodida desde el mismo instante en que nació aquel maldito último día de Julio, de eso ya no quedaba ningún tipo de dudas al respecto. Pero todo lo que vino luego fue una completa sucesión de eventos y manipulaciones solapadas por entre las cuales nunca pudo llegar a ver hasta que ya era demasiado tarde. Siempre demasiado malditamente tarde.

Era ciertamente una suerte que todo terminara por fin.

.•*•.

Él midió, cortó, mezcló y agitó. Todo orquestado en una perfecta calma y orden, demostrando una destreza que hubiera asombrado a muchos. Y por sobre todo, a aquel otrora molesto murciélago grasiento a quien sin saberlo tanto había decepcionado.

No era momento para perderse en los recuerdos.

Tenía que controlarse.

Una calma mortífera.

Un talento letal.

.•*•.

Pasó horas mirando seriamente a la nada.

Pasó lo que para otros pudieron haber sido horas simplemente allí, mirando aquel enmascaradamente inocente líquido encapsulado frente a sí.

Midiendo.

Pensando.

ACEPTANDO.

... Y así era como todo acababa.

Cómo ÉL daba entonces aquel toque de gracia a la burda burla que había resultado ser todo él.

Traicionando todo lo que era por perseguir lo que ahora sabía reconocer como un sueño absurdo.

Traicionando todo en lo que alguna vez había creído y había terminado defraudando, así como a las personas que en algún momento le tendieron su mano.

A un paso del abismoWhere stories live. Discover now