La Senda del Dragón

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EUGENIO D.

MARTÍNEZ HURTADO

LA SENDA DEL DRAGÓN

LA GUERRA DEL FIN DEL TIEMPO: DIARIO DE GUERRA / I

© 2.009, Eugenio D. Martínez Hurtado. All rights reserved Mapas: © 2.009, Eugenio D. Martínez Hurtado (nº de registro 0904203099697). Derechos exclusivos: Eugenio D. Martínez Hurtado. Nº M- 007929/2006 Registro de la Propiedad Intelectual.

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Tres son los elegidos. Dos los guardianes y uno el sabio, dos los cometas y uno la estrella, como dos son las lunas y uno el planeta. Dos los luceros y uno el fuego. Tres son los elegidos. Dos serán los protectores y escoltas, pura su alma y fuerte su brazo, y uno será el maestro, iluminado en la paz y fiero en sus creencias. Pues tres son los elegidos.

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PRELUDIO LA CONJURA

Ocho oscuras figuras miraban atentamente a las estrellas. El firmamento titilaba a través del agujero de la torre mientras los ocho pares de ojos lo escudriñaban en busca de signos y augurios. Allí estaban los mensajes de los Dioses, y sólo aquellos instruidos en los antiguos conocimientos podían descifrarlos. Pero esa noche hasta los mismos Dioses parecían expectantes, observadores pasivos de lo que los simples mortales iban a hacer, de lo que sus humildes criaturas iban a intentar lograr. El grupo estaba formado por humanoides de diversas formas y tamaños, todos diferentes pero a la vez iguales, pues cualquiera se hubiera percatado de que todos ellos vestían las mismas túnicas. Negras y con runas en la espalda. Runas rojas, como la sangre. Runas caóticas. Dos de ellos portaban en sus manos oscuras dagas rituales. Las hojas, fabricadas con un metal negro, emitían un haz de oscuridad que ensombrecía a la misma tela de las túnicas. Otros dos llevaban en las manos grandes cálices de azabache, fabricados de una sola pieza cada uno, y ornamentados con el mismo metal negro que las hojas de las dagas. Otros dos portaban oscuros libros, con las hojas creadas a partir de la emponzoñada piel de demonios olvidados tiempo ha y lomos reforzados con el mismo ominoso metal. Los dos últimos escondían sus manos entre los pliegues de la túnica y se mostraban a la espera. Cada uno de ellos estaba de pie en cada una de las puntas del arcano grabado que decoraba el suelo de la torre desde hacía milenios. Cada cual miraba a su homólogo, situado enfrente. Se encontraban intercalados de manera ordenada; el portador del Conocimiento en la punta izquierda, a continuación el portador de la Muerte, luego el portador de la Vida y, por último, el portador del Cáliz. Tal era lo estipulado para el sacrificio.

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En el centro de la sala, dentro del grabado, un enorme quemador refulgía con llamas añiles. Las llamas provenían de unos carbones al rojo blanco sobre los que goteaba regularmente una sustancia oscura, de aspecto viscoso, desde un pequeño depósito situado en lo alto de ocho finos brazos. Apenas iluminaban la sala, produciendo sombras engañosas a los mismos pies del misterioso grupo. La luz azulina parecía menguar, retroceder sobre si misma, cada vez que siquiera rozaba los pies de alguno de ellos, y nunca sobrepasaba los límites del grabado, evitándolo con verdadera desesperación. Cada vez que caía una gota de aquella sustancia un siseo llenaba la sala, rompiendo el silencio, y una pequeña espiral de humo negruzco ascendía para escapar por el hueco del techo. Después de su lenta y pausada danza cósmica, por fin las estrellas terminaron de alinearse en el cielo. Por fin Dieter Etzel estaba en su apogeo, rodeado por su tenebroso linaje. Por fin Orm y Herálion se encontraban en su ocaso y Lanval miraba desde lejos sin poder hacer nada. Por fin los Dioses menores estaban ocultos bajo los límites de la esfera celeste, esperando su turno para participar. Por fin el Gran Padre estaba decayendo y los cuatro Clanes estaban aun iniciando su ascenso al firmamento. Por fin los Dioses Oscuros estaban en concordancia en el cielo. Los Dioses Grises no podía hacer nada y los Dioses de la Luz estaban dispersos, separados y lejos del cenit de su poder. Después de más de un siglo y medio de espera, el cielo estaba en la disposición adecuada. Por fin era el momento.

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⏰ Última actualización: Aug 14, 2010 ⏰

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