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Ya teníamos una semana viviendo aquí en Senoia. Era todo muy bonito y tranquilo. De hecho ya habíamos ido a visitar a mis padres, "para no quedar mal", como dijo Robert. Gracias a las buenas calificaciones de Louis, consiguió entrar en la secundaria para poder terminar los dos meses que le faltaban. Él no quería dejar su antiguio colegio a tan solo dos meses de la graduación que llevaba planeado con sus amigos desde el kinder, pero seamos sinceros, ¿a quién si? Recuerdo claramente como reaccionó cuando se lo dije, se enfureció tanto que salió disparado hacia donde estaba Robert para recriminarselo. Por alguna extraña y desconocida razón, Robert nunca le había pegado a nuestro hijo. Solo le alzaba la voz y luego me reprochaba lo mala madre que era al malcriarlo. De cierta forma lo agradezco, no soportaría ver a mi hijo golpeado.

Hoy era domingo así que era el día de la despensa. Tal como lo hacía en Francia, me tomaba los domingos para mi, con la excusa de que estaría ocupada comprando la comida para la semana. Pero este domingo sería especial, lo presentía. Después de comprar lo necesario, iría en busca de mis viejos amigos; Isabelle, Norman y John.

¿Será que me recuerdan aún? Miles de preguntas como esa rondaban mi cabeza.

Me había levantado temprano y luego de cambiarme con una ropa, un tanto rara, cociné los panqueques que tanto les gustaba comer a los hombres de la casa los domingos. ¿Ropa rara? De rara no tenía nada en sí, pero utilizarla un domingo y para ir al super, no era cómodo. Pero Robert decía que su mujer no podía ir por la calle vestida como una cualquiera y que debía vestir siempre, como si fuera a conocer al presidente.

Llegué al supermercado y al estar adentro, agarré el carrito para meter las cosas. Una bolsa de pan, carne, pollo, una funda de doritos; los favoritos de Louis y demás cosas. Ahí estaba yo con un carrito repleto de cosas, leyendo una revista que había encontrado en los estantes y dirigiéndome a la caja para pagar.

Estaba tan distraída que no medí la distancia entre el carrito y la persona delante mío que hice chocar el carro con aquella persona.

- ¡Oh, disculpa! Soy muy distraída aveces.- Me disculpé recogiendo la lata de atún que se había caído del coche.

- ¿Lorraine?-

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¿QUIÉN CREEN QUE FUE? CHAN CHAN CHAN

Nuestro Reencuentro de Amor// Norman ReedusWhere stories live. Discover now