Capítulo Único

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A pesar de ser verano, el clima daba un leve abismo del frío que se aproximaba en invierno.

Incluso algunas flores empezaban a marchitarse, las hojas de los árboles a cambiar su pigmentación y poco a poco a desprenderse de la copa de los árboles para caer con suave gracia al suelo.

Marinette caminaba con paso pausado y lento por el parque, cuándo una pequeña hoja desprendida aterrizó sobre su cabeza. Suspiró cansada y se detuvo un segundo para quitarla de su cabello. Sin embargo, no la tiró al suelo con las demás que allí reposaban, sino que se la quedó viendo con extraña fascinación. La belleza en esa simple, vana y terrenal hoja caída, era casi perfecta. No era su color lo que había llamado su atención; más sí era su forma. Sintió una extraña presión en el pecho y un abismo de recuerdo llenó su mente. Algo que con mucho dolor alejó de sus pensamientos.

Aquella aflicción debía de quedar enterrada. El tiempo ya había quedado atrás.

Su recuerdo debía de irse con la brisa, al igual que la belleza inigualable de aquella hoja, que en unos días se marchitaría. Pestañeó con rapidez aguantando las lágrimas y trago un cúmulo de emociones. Se concentró en la forma de aquella hoja que jamás había visto en otra. Dejó divagar la mente recordando a aquél que había dejado atrás. Pensó en él más que nada y deseo sin quererlo, volver a encontrarlo.

Tenía la necesidad de hacerlo. Su cuerpo y corazón lo anhelaba más que el aire que la mantenía con vida.

No obstante, eran demasiadas las cosas y circunstancias que los habían roto.

El sonido de su celular la sobresaltó y la sacó de sus absortos pensamientos. Dejó caer la hoja y siguió su camino.

Contestó y la dejó atrás.

Caminó contestando las preguntas que se le hacían a través de la línea con aquella monotonía habitual y dejó aquella belleza y fascinación olvidadas en medio del parque por el que pasó.

[***]

El tiempo no era su aliado últimamente.

Quizá era por aquella monotonía en la que se había sumergido en los últimos meses o en las nulas ganas de vivir que habitualmente sentía.

Quizá, había agotado los regalos de la vida y ahora debía de vivir con la simple adrenalina de llegar a tiempo a las reuniones de trabajo que de igual forma eran vanas, aburridas y sin sentido.

Quizá, debería haber luchado por ella.

Quizá, era su castigo vivir en la continua oscuridad por no saber luchar por su amor.

Quizá... todo había sido su error.

Caminó con premura por el sendero de aquel parque. Con el sonido constante del crujir de las hojas al romperse bajo sus zapatos.

Estaba jadeante, sudado y cansado.

No había dormido mucho la noche anterior y llegaba una vez tarde a su trabajo, que además odiaba.

Se detuvo un segundo para poder llenar sus pulmones con preciado aire y poder descansar de la larga carrera. Llegaba tarde diez minutos, ¿qué más daba si llegaba tarde diez más?

Sediento, quiso sacar la botella de agua de su mochila. Sin embargo, su extremo constancio y torpeza, hizo que cayera al suelo y rodara un par de metros adelante.

Dejó escapar un largo suspiro desalentado y caminó hasta la botella tirada entre el montón de hojas otoñales. Se agachó a recogerla con desánimo, pero se detuvo un segundo cuándo su mirada captó la imagen de una pequeña y singular hoja de verde amarillento, que yacía en medio de unas cientos de un rojizo anaranjado.

Lo que el viento dijo [OSAdrinette Miraculous]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora