Historias Cortas Que Me Causan Desesperación

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Me di cuenta de mi problema al haber matado una persona.

Digo, yo siempre supe que algo tenía, pero no sabía ni describirlo. Recuerdo cuando inició, estaría yo en la edad de nueve años, recolectaba insectos sin vida, me parecían y siguen pareciendo interesantes. Los estudiaba hasta que el insecto ya no fuera reconocible, era gracioso, usaba el cuchillo de plata que mi padre utilizaba siempre para comer, así cuando comíamos no podía aguantar una pequeña carcajada.

Muy pronto eso terminé de descubrir todos los insectos dentro de mi casa, y ahí surgió la idea: "¿Qué pasaría si los atrapo vivos?". Y así, empece a capturar desde moscas, grillos, escarabajo a grandes arañas, con vida obviamente; claro que me han picado varias veces, aun así no podía dejar de hacerlo. Ahora no solo estudiaba que tan grandes eran sus partes, sino el si sentían dolor o no, claro que en ese entonces yo ubicaba el dolor con un sonido agonizante, así que el ver como las arañas se retorcían mientras arrancaba una a una sus ocho patas mientras estaban atadas a la mesa a través de un alfiler en su tronco, o cómo se mueve un grillo después de la decapitación, a veces también cuánto se tardaban las hormigas en dejar de moverse dentro de aceite en llamas. Nada de ésto generaba un significado en mí.

Mi madre, al ver mi fascinación con los insectos y mi forma de analizarlos, me decía que iba algún día a ser médico y descubrir cura a muchas enfermedades. Claro que lo dijo antes de dejarme con mi inútil padre al suicidarse. Yo fui el primero en verla, la encontré colgada en su habitación por algo de las cuatro de la tarde, ¿tan difícil le era decir que tenía problemas?

Obviamente mi padre no tardó en casarse una vez más con una mujer demasiado jóven y bella. Tan jóven y bella que podría ser mi propia hermana, y desgraciadamente, igual de idiota como un mono. Por eso no me importa ni mi padre ni ella.

A mis diecinueve años empecé a estudiar en la Universidad de Harvard, gracias a mis altas y muy perfectas calificaciones se me hizo muy sencillo entrar, y aunque los profesores eran una mierda, las materias eran todo lo que había pedido en mi vida, estudiar algo tan perfecto era mi sueño hecho realidad.

Pero la mejor parte llegó hasta el cuarto día del primer periodo, exactamente a las 11:59am en la "morgue" de la escuela. Gabinete 23, la sacaron con tal delicadeza que estoy seguro de que la muerte misma había desaparecido de ella por un momento, todos mis compañeros apreciaron su belleza aunque no se lo merecieran. Su nombre es Zara Hyde, o bueno, lo era supongo yo. Murió de una trombosis coronaria (ataque cardiaco) a los veinte años, así que su cuerpo estaba intacto y gracias a ésto fue capaz de conservar su belleza.

Tal era su poder sobre mí que no logré poner atención a nada de lo que el Sr. Murray explicaba. Momentos después todos se empezaron a retirar, y yo con ellos, pues mis estudios son una prioridad más alta que una mujer muerta.

Regresé a estudiar pero no podía dejar de pensar en sus parpados tan ebrios de vino, así como sus labios. Su cuerpo era una figura muy esbelta, pero no me había concentrado en eso, más bien, su cara era lo que me llamaba la atención.

Y entonces lo entendí.

Ella era idéntica a mi madre, a mi madre quien yo amaba tanto, quien me defendía de mi padre ebrio a las dos de la mañana, quien me cantaba canciones de cuna, quien siempre confió en que podría ser lo que soy ahora. ¿Podría ser que esto fuera una señal? Que ella haya venido en este cuerpo solo para que pudiera verla una vez más al haber completado el sueño que ella tenía para mí...

No podía más, mi cabeza daba vueltas y pasaron las restantes horas de clase en mi reflexión de si debería ir a verla o no. Claro que era una prueba de que el destino existiera, esa mujer era sólo un recipiente para que mi madre pudiera venir a hablar conmigo. Así que cuando acabaron las sesiones me dirijí a la morgue.