Prologo

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Sara caminaba por la playa recordando el anterior verano, pensando en cómo todo había cambiado y en qué tanto todo lo que le había sucedido afecto a su personalidad. Recordó cuando cojió en ése pedazo de metal oxidado al que llaman auto, parado en el patio, al chico que robó su corazón ése corto verano.

Diría que hizo el amor con él, pero la idea del compromiso que ésa expresión conlleva la aterra, así que se limita siempre a decir "Sí, tuvimos sexo un par de veces"

Ella sabía que no, que no fue sexo y ya, y no solo lo aseguraba en ese instante, lo sintió, le ardió y le prendió fuego el alma cuando por primera vez sus dedos bailaron encima de su piel.
Su mirada sembró en ella el amor. Pero qué más da sentir tanto.

Sí, ¿Qué más da sentir tanto? fue lo que pensó ahí, de pié en el balcón con vista al extenso prado de violaseas flores; Qué más da sentir tanto, si ya no está acá y, muy probablemente, nunca lo estará?

Triste era pensar, sentir, que su única compañía en ésos momentos era su cigarrillo, triste era sentir que lo que llenaba sus pulmones era amargo monóxido y no el dulce aliento de su amado chico de pueblo.

Triste era su situación de por sí. Y en ese preciso momento empezó a replantearse muchas cosas, como por ejemplo, por qué carajos ella tenía que seguir sufriendo por su maldito pasado, por qué ella quien amo sanamente y experimentó el cariño hacia alguien más sin ninguna toxicidad de por medio, tenía que seguir aspirando tanta mierda, porque no eran sus pulmones llenos de humo los que se estaban enfermando, era su corazón y su cabeza.

Y entonces pensó que quizá, al igual que con el tabaco, era por su propia elección, su decisión, su gusto al autoflajelo, el motivo por el cuál su corazón y mente estaban tan intoxicados. La pregunta era, ¿por qué? ¿porqué le parecía tan dulce, ésa amarga sensación?
y volvió a preguntarle al cielo, al mar y a quién sea que lidere esta compleja existencia, qué se puede hacer con un bosque quemado y arrasado, ¿volver  a plantar y esperar pacientemente? o ¿buscar al responsable de ese incendio y hacerlo pagar?

Ambas opciones le parecieron igual de complicadas e inútiles... Tal vez debería buscar un nuevo bosque. Tal vez era hora de mudar de piel, como las serpientes. Tal vez era hora de florecer, o de salir del capullo como mariposa.

inhalo y exhalo exageradamente mientras dejaba caer la colilla del cigarro a sus pies, y se dijo a sí misma, que Sara Wallace moría ese mismo minuto.

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⏰ Last updated: Dec 17, 2017 ⏰

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