Capítulo 2

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Por la tarde dimos una vuelta y volvimos a casa.

A la mañana siguiente fuimos a la playa pero Fer parecía no venir. Mis padres y mis tíos se fueron al hospital porque a mi tío le había dejado un erizo el pie hecho polvo así que me tuve que quedar con mi primo. Estaba aburrida. Me fijé en él, en la capacidad de divertirse en el agua él solo. Empecé a pensar en mi infancia, en mi gran infancia, horas y horas en el agua disfrutando como nunca, que tiempos. Después de esta distracción me giré.
Y le vi, pero no venía solo, un grupo de chicos venía con él. Eran tres chicos contándole a él y cuatro chicas. Una de ellas se dirigió a mi:

─Hola ─me dijo. Me fijé en lo grandes que eran sus ojos y en lo negros que eran. El contraste de su pelo negro con mechas rojas y sus ojos la hacían muy atractiva y guapa.

─Hola─contesté sin saber porqué me hablaba.

─Ya nos ha contado Fer que te conoce y que eres una chica muy maja. Soy Saray.

─Yo Judith, aunque ya lo sabrás.

El resto del grupo se acercó y me saludó. Esto era muy extraño. Menos mal que Guillermo se estaba bañando.  

Esta vez fue Fer quien habló:

─A ver, te los presento, ese de ahí, el rubio, es Álvaro ─señaló a un chico con unos ojos muy verdes y pelo rubio, como Fer bien había dicho. A fin de cuentas un chico muy mono─esta es Marina ─me fijé y se notaba que era una chica tímida, también con pelo rubio─la que está a su lado es Yaiza, la pelirroja es Esther y el alien David ─ya sé porque le llamaban así, por esos ojos tan azulados que te perdías en el contraste de colores.

─¡Estás en el grupo!─gritaron todos juntos.

─A ver no me estoy enterando...

─Nena, lo que queremos decir es que te vengas con nosotros a dar una vuelta esta tarde─habló el de los ojos verdes, ya no recuerdo su nombre.

─Nos has caído bien─dijo Saray.

─Pero si no hemos hablado ni cinco segundos─dije confundida.

Saray se rió y dijo:

─Fer nos ha hablado bien de ti y cuantos mas seamos mejor ¿no? Venga apunta nuestros whatsApp.

Y les añadí a todos, pero a mi esto me seguía pareciendo raro.

─Fer, ¿podemos hablar un momento?─dije.

─Claro.

Le cogí la mano y me lo llevé a rastras. A estas horas la arena ya quemaba bastante pero aún así me lo llevé a un sitio relativamente apartado.

─¿Qué has hecho?

─¿Qué?─me miro sorprendido─ Na, que se quejaban de que querían gente nueva en el grupo y te conocí─y sonrió─y me caíste bien.

─¡Pero tu estas un poco mal de la cabeza!─me dí cuenta de que había alzado la voz mas de lo debido.

Se inclinó y me puse muy nerviosa. Se acercó a mi oído y dijo susurrando:

  ─Nos están mirando─al notar su cálido aliento en mi cuello se me puso la piel de gallina.

Miré a sus amigos y se estaban riendo.

Noté mis mejillas ardiendo, me giré y vi a Fer inclinado muy cerca de mí pero le empujé y volví con el grupo.

─¡Vale! ¡Iré con vosotros!─y saltaron de alegría. Me dieron un beso y se marcharon todos.
Me subí a casa con Guille.

Cuando terminé de comer recibí un whatsApp de un nuevo grupo llamado: "Los Cookies"
Me reí para mis adentros, ese nombre lo habría elegido Fer seguro. Leí los mensajes:

Saray: A las seis en Levante, dónde acaba la calle del coño. ¡Fiesta!

Álvaro: Yass!

Fer: ¡Fiesta!

Judith: Allí estaré.

Saray: ¡Bien! Será una gran noche.

Esther: Chicos hoy no puedo.

A ver como iba a decírselo a mis padres.

─¡Mamá! ¡Papá!─grité.

─Que pasa.

─A ver, que he conocido a un grupo de chicos que son muy majos, y que he quedado a las seis. ¿Puedo?─les puse cara de cachorrillo.

─¿Cuando volverías?─preguntó mi padre.

─No se papá...

─A las doce─dijo con voz autoritaria.

─Venga papá, tengo diecisiete años.

─Déjala Alejandro, que disfrute del verano─dijo mi madre.

─¡Sí! ¡Gracias!─les di un beso.

─Pero...

Ay no. Ya iba a ponerme otro impedimento.

─Llévate a tu primo.

─¡No! Son chicos mayores. Por favor ─dije con voz suplicante.
Como me tuviese que llevar a Guille sería horrible, no podría meterme en el grupo, tendría que estar pendiente de él...

─Vale...─me marché a mi habitación antes de que dijese algo más.
Pasaron las horas y me empecé a preparar, miré el reloj, las seis menos diez. Y me fui. 

  

Cosa del destinoWhere stories live. Discover now