Accidente en la bañera

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Meiko giró la perilla, abrió la puerta e ingreso al baño. No podía ver con claridad, puesto que una ligera capa de vapor cubría la atmósfera.

El día anterior había olvidado sus lentes en casa de los Yagami, luego de que Sora, Mimi, Hikari y su persona compartieran una tarde de chicas. Era ya tarde cuando Meiko recordó que los había dejado en el baño de su vecina, por lo que decidió no molestar y esperar hasta la mañana del siguiente día para buscarlos. En eso se encontraba cuando algo llamó su atención.

Frunció las cejas con desconcierto al escuchar a alguien cantando desde la ducha. No fue hasta luego de unos segundos que pudo reconocer esa desafinada voz.

Sus ojos se abrieron como platos y afuera, la madre de su amiga gritó un aviso.

— ¡Tai! Voy a entrar por un poco de jabón—

— ¡De acuerdo, mamá! — Respondió la voz desde la bañera.

Una escena bastante vergonzosa, donde la madre de los Yagami la acusaba de pervertida por espiar a su hijo, se reprodujo en su mente. Presa del miedo de lo que la señora podía pensar, se dejó llevar por el impulso. No tuvo mucho tiempo para pensarlo. En cuánto escuchó el chirrido de la puerta al abrirse, corrió la cortina y se introdujo a la ducha, desapareciendo los pies al instante en el que la Sra. Yagami entraba.

Taichi, desconcertado al escuchar el sonido del papel plástico, volteo a ver lo que sucedía y quedó paralizado. Meiko estaba frente a él, completamente roja. Basto con que ella diera una sola mirada a su cuerpo, para saber que gritaría en cualquier momento.

Rápidamente le cubrió la boca con una mano, con los ojos abiertos en preocupación. Meiko sentía que su cara iba a explotar, no podía mirarlo a los ojos y tampoco podía mirar hacía el piso. No con aquella cosa colgando de la entrepierna de su compañero.

— Iré a comprar algunas cosas, ¡los veo en la cena! — Dijo su madre

— ¡Hasta luego, mamá! — Ambos escucharon la puerta cerrarse y dos segundos después la del apartamento también.

Meiko soltó un grito espeluznante, entonces. Salió corriendo de la ducha, cruzó el apartamento y desapareció entre el desconcierto de Hikari, quien miraba la situación atónita.

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— ¡Ella te vio desnudo! — Yamato gritó tan fuerte que algunos estudiantes voltearon a verlo.

El color subió a la cara de Taichi. Él y su mejor amigo no habían hablado en días. Y no le era para nada cómodo que esas fueran las primeras palabras que le dirigiera.

— Pe... Pero, ¡¿cómo lo sabes?!—

— Hikari le contó a Takeru, Takeru me lo contó a mí— Dijo con simplicidad— El punto es, no puedo creer que en serio eso haya sucedido—

Taichi no creyó que podría tornarse más rojo, pero lo hizo. Lanzó una súplica en silencio a los dioses, esperando que el chisme no llegara a otros oídos, como a los de Sora, por ejemplo.

— ¡VOY A MATARTE YAGAMI, MALDITO PERVERTIDO! —

Muy tarde. Cuando regresó a ver hacia el edificio, una masa pelirroja desaparecía desde la venta. Mimi por su parte miraba hacia el cielo, cruzando los brazos detrás de la espalda, mientras silbaba una canción inocentemente.

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— Meiko, deja de llorar, por favor— Meicoomon colocó una pata en la espalda de su dueña, consolándola.

Accidente en la bañeraWhere stories live. Discover now