Proyecto Poseidón

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El olor a lluvia se extiende por toda la costa del atlántica, yo, por mi parte, me encuentro en mi yate tomando un poco de vino.

Al ser reconocido a nivel mundial, como Ian Somerhalder, tengo está desventaja de ser asediado continuamente por los paparazzi, pero esta vez no hay nada ni nadie cerca, ni una sola señal de vida en muchos kilómetros a la redonda.

Ahora sí, puedo extenderme sobre mi silla y respirar el aire salado, el yate es blanco, amplio y consta de una cubierta principal e inferior. En la inferior sí que puedo estar cómodamente, de hecho, si me preguntan, puedo decir que mucho mejor que en casa.

En su cabina, el capitán y amigo de toda la vida, hace rugir el motor, y en la cubierta de abajo, descansa plácidamente mi mujer de turno, una mujer latina, brasileña.

– ¿Estas más cómodo sin mí? –pregunta Nina subiendo por las pequeñas escalerillas.

–Hey, pensé que dormías –ella camina hacia la cubierta en mi dirección.

–Más te vale que sea solo esa la razón por la que me olvidaste –se sienta en el borde de mi silla replegable.

–Créeme que eres inolvidable –pongo mi mano en su espalda baja, ella lleva un pareo negro de la cintura para abajo, y un diminuto traje de baño naranja en la parte superior.

– ¿Por qué? –me susurra muy cerca de mi boca, casi rozándome los labios.

– Porque… -comienzo a pensar razones, pero de repente, no me encuentro consciente, no me encuentro en mí.

¿Qué demonios? ¿Qué está pasando? ¿Dónde estoy? Todo está oscuro, simplemente siento mi cuerpo de nuevo, ahora escucho más sonidos, sí, creo que así se escucha el sonido del silencio, no veo nada, pero sí siento con los demás sentidos, esto es extraño, creo que sentí un poco de viento.

– ¿Hola? –digo en voz alta, al parecer mi voz si funciona, pero se escucha lejana, tal cual eco en el gran cañón.

¿Huele a agua salada? Esperen ¿El agua salada tiene olor? Esto más bien es sal, sal marina ¿El atlántico no es un océano? ¿Dónde se supone que me encuentro? Donde sea que esté no se siente tan mal aquí, no hay aire frio ni caliente, simplemente hay una refrescante ráfaga marina, así como en mi yate.

Sera… ¿Sera que estoy muerto?

No puedo estar muerto, es inconcebible una idea así, y no es por ego ni nada parecido, es que morir para mí no está en mi lista de pendientes estos días.

¿Así se siente la muerte? Así como un aislamiento total del mundo, agradable, pero al fin y al cabo aislamiento.

– ¿Hay algo ahí? ¿Alguien?  -me siento cansado y desorientado.

De repente, hay sonidos nuevos, es como la explosión de algo, algo externo.

Y entonces, me doy cuenta de que no estaba respirando, de que no lo estoy haciendo ahora mismo, y de que… ¿Estoy bajo el agua?

– ¿Qué diablos? –me encuentro en el fondo del océano y hay una cosa extraña frente a mí, algo que nunca he visto, tiene una cola de pez y un cuerpo casi humano, no es exactamente una especie de Disney, tiene una cresta que se extiende por su espina dorsal, su tez no es exactamente blanca, sino más bien grisácea.

–No habitan aquí, humano.

– ¿Un pez que habla?

– ¿Un humano aquí? –di un respingo ante sus palabras, ahora me doy cuenta de que no es el simple fondo marino, es un palacio construido por corales, cientos de ellos, pequeños cristales marinos alumbran el túnel frente a mí, es un corredor que lleva a alguna parte, puedo ver que está construido en rocas oscuras.

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