Prólogo.

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«Deberías morirte. Nadie te quiere. Nadie se importa por ti»

—No es verdad, no lo es—tapé mis dos oídos pretendiendo no escuchar nada. Sin embargo, sabiendo que eso estaba en mi mente.

«¡Claro que lo es! no sirves, eres una mierda. ¿Por qué no mejor tomas esa navaja tuya y te cortas hasta desangrarte? Nadie se dará cuenta de que ya no estás»

—NO, NO ES VERDAD. ¡¡CÁLLATE Y DÉJAME EN PAZ!!—respiré entrecortadamente mientras me deslizaba por la pared hasta caer sentada al suelo—. Déjame tranquila, por favor—susurré con un hilo de voz.

«Sabes que no lo haré. Ahora quiero que me respondas; ¿Alguna vez alguien se importó por ti? Já, nadie nunca lo hizo, ¿verdad? Y porque lo crees ...porque no tienes a nadie, ¡NADIE!»

—¡Ya basta!—corrí desesperadamente hasta mi armario, y abrí el segundo cajón. Rebusqué entre mi ropa y de ahí saque lo que buscaba. Una fina navaja que llevaba una hoja muy filosa. Me senté en una esquina de la cama y mire la navaja en mis manos, por un instante me encontré insegura. Hasta que esa voz nuevamente me habló.

«¡Hazlo!»

Y lo hice. Comencé a presionar la navaja en ese punto fijo en mi brazo, luego volví a hacer otro corte pero esta vez en la muñeca. Presione y así sentí ms mejillas ya empapadas. Mire mi brazo y veía como la sangre  comenzaba a salir. Tomé una toalla y comencé a limpiarme el brazo. No me sentía bien al hacer esto, pero no tenía escapatoria, solo así, esa voz me dejaba en paz ..al menos por un momento.

Caminé hasta el gran espejo en mi habitación y mire mi reflejo en el: Mis mejillas estaban empapadas de lágrimas, mis ojos tenían el delineador todo corrido. Suspi´re con tristeza para luego irme al baño a tomar una ducha. Me deshice de mi ropa y la tire al cesto de ropas sucias. Encendí la regadera y me metí bajo ella. El agua tibia caía sobre mi cuerpo, esa lluvia superficial conseguía relajarme. Sentía mis brazos arder, pero no hice caso. Cuando salí ya lista del baño, envuelta en una toalla, camine a mi armario y comencé a vestirme. Al terminar, me puse mis converse y tome mis pulseras de la mesita de noche. Solía usarlas para cubrir mis heridas. Sin embargo, llevé mi buso con capucha, por si caso. Y así salí de mi casa hacía la escuela ...donde me esperaba otra pesadilla.

suicidal thoughts //c.r  -AnnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora