XXVII ¿Aún sientes algo por mí?

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-       ¿Qué haces? –pregunté, aún sorprendida.

-       Cubriéndote de la lluvia –contestó ella con esa sonrisa que derrite a cualquiera.

-       ¿Por qué…estás aquí?

-       Vine… a pensar y… te vi.

-       Oh…no es necesario que me cubras –dije apartando su chaqueta.

-       Pero te mojarás –respondió acercando su rostro al mío, provocando que mi corazón latiera a mil.

Colocó uno de sus codos en uno de los hombros de la chaqueta y su mano en el otro hombro y así volvió a colocarlo a unos centímetros de mi cabeza, cubriéndome de la lluvia, la diferencia fue que su otra mano que quedó libre la puso en mi cintura pegándome a su cuerpo, pensé que para cubrirse ella también. Nuestros rostros quedaron tan cerca que pude sentir su respiración, nuestras miradas  se llamaban entre sí y nuestros labios esperaban ser encontrados. Extrañé esa sensación… no hubo pasado mucho tiempo desde que terminamos pero los segundos sin ella fueron una tortura para mí. No supe que hacer; si alejarme de ella o seguir en sus brazos, aunque solo quise observarla, ver lo que sus ojos me transmitían, o mentirme, sentirla a mi lado… sin embargo los malos recuerdos no tardaron en aparecer y alejarme de ella.

-       Tengo que irme –expresé mientras la alejaba otra vez.

-       ¿Podemos sentarnos a disfrutar de la vista? –preguntó buscando mi mirada con la suya.

-       ¿En la lluvia? –pregunté mientras en mi cabeza se batalla el sí quedarme o alejarme.

-       No, no, puedo… buscar un lugar –dijo mientras sus ojos andaban en la búsqueda de algún lugar seco.

-       Yo quiero estar en la lluvia.

-       Entonces podemos… sentarnos aquí ¿está bien?

-       Sí.

Creí que debíamos hablar, no para regresar sino para que nuestra relación tuviera un buen final. Nos sentamos en unas piedras que se hallan cerca a la playa y nuestros ojos fueron directo hacia el mar tratando de evitarse, nosotras probablemente recordando o por lo menos fue lo que yo hice mientras no se producía algún ruido excepto el de las pequeñísimas olas.

-       No quiero obligarte  a que te quedes conmigo –dijo mordiendo su labio inferior después de unos minutos de silencio puro.

-       No me estas obligando, yo quiero quedarme para que… nuestra relación tenga un buen final… a pesar de todo…

-       ¿Aún sientes algo por mí? –preguntó algo que me dejo con los ojos de plato.

-       ¿Ah? Eh… me refiero  que quiero terminar bien contigo, Zara…

-       Ah…

-       Zara…-respiré y suspiré hondo para tomar valentía y soportar estar a su lado sin tener que besarla- a pesar de lo que has hecho… yo aún… te quiero…

-       Yo te amo, Cristal –contestó con su mirada en la playa, haciéndome sentir un  hilo de electricidad recorrer mi cuerpo.

-       Pero eso no quiere decir que regresaremos –respondí tratando de alejar su frase anterior.

-       Entiendo…

-       Yo sé que una amistad entre nosotras, no habrá, pero… por lo menos podremos saludarnos… -mi mente comenzaba a divagar y mis palabras sin sentido salían a flote.

Enamorada de una chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora