Capítulo 1

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Estaba en mi habitación mirando a través de la ventana, llovía. No tenía una compañera de habitación, aunque no sabía si eso era algo bueno o malo. Echaba mucho de menos a mi mejor amiga Molly, las dos nos echamos a llorar cuando nos despedimos, y eso fue hace unos 2 días. Había llorado tanto hasta que mis ojos ya no pudieron derramar una sola lágrima más, mi madre nos había regañado y había dicho: "Venga chicas, como si no os fuerais a ver más... " pero la verdad era que ella también había llorado lo suyo y yo lo sabía. En la última semana había estado inventándose un montón de excusas para que no fuera a la academia como: "Aún eres muy pequeña, espérate al año que viene". Lo cierto es que ya no era tan pequeña, tenía 16 años, no sé por qué mi madre se empeñaba en llamarme "pequeña" . También me había despedido de Nick, el novio de Molly y uno de mis amigos, nos dimos un abrazo y yo le dije: "Eh, cuidarás a Molly por mi ¿verdad? ya sabes lo loca que es, y te juro que si le haces daño de cualquier manera, vendré y te daré una paliza", él había sonreído y me dijo: "Te prometo que la cuidaré" y yo le creí. Solo me bastaba mirarle a los ojos para saber que me decía la verdad, y también saber que él quería a Molly tanto o más que yo. Molly me dio la foto de las dos con 8 años, estábamos abrazándonos, fue en su cumpleaños. Por último me despedí de mi perro Boby, era un Golden retriever, era muy fiel, también lo echaría de menos. Cogí su pelota favorita y se la lancé una vez más, el fue corriendo a buscarla. Yo me dirigí al coche y me senté en la parte de atrás, mi padre conducía, era un viaje de 5 horas. Antes de irme, Molly me hizo prometer que la llamaría siempre que pudiera.

Si os preguntáis, por qué he decidido irme a esa academia teniendo a tanta gente que me quiere incluyendo a mi perro, os diría que necesitaba un cambio. Un gran cambio, conocer gente nueva... Además, esa academia tenía algo que me atraía, por alguna razón que desconozco, sentía que debía ir a esa academia, como si me llamara. Diréis que es imposible, pero en el mundo no hay nada imposible. Desde lo más profundo de mi ser, sentía que debía ir, era una sensación extraña y no podría explicarla con palabras. Ahora, mirando a través de la ventana veía caer la lluvia, estábamos en la hora de descanso, hoy habían empezado las clases. Cuando tocó el timbre que anunciaba el fin del descanso, me di la vuelta, me miré en el espejo que había encima de la cómoda. Cogí el cepillo de pelo, me peiné y me recogí el cabello marrón oscuro que más bien parecía negro, en una coleta alta. Suspiré, en el reflejo del espejo estaba yo, una chica normal y corriente de 16 años recién cumplidos, a la que le gusta conocer gente nueva y ser amable con la gente que no conoce. De ojos azules, como los de su madre, y el pelo como el de su padre, liso y sedoso, piel blanca y no muy alta la verdad. Sacudí la cabeza, si seguía así llegaría tarde a clase. Cogí el libro de matemáticas, mi clase siguiente, y lo metí en mi mochila, ahora haría compañía a los demás libros. Me dirigí a la puerta y giré el pomo de la puerta, salí de mi habitación y me dirigí a mi clase. Al llegar aún había gente entrando, lo que significaba que el profesor aún no había llegado. Cuando entré vi a dos chicos pasándose entre ellos una mochila como si de una pelota se tratara, y se reían. También había otro chico que llevaba puesta la capucha de la sudadera, intentando recuperar, la que yo deduzco, era su mochila.

-¿Qué pasa bicho raro? ¿la quieres? -preguntó uno de los chicos, el que era más grande y fuerte, tenía el pelo negro.

Pero cuando el chico iba a cogerla, el de pelo negro se la pasó a su amigo.

-Devolvédmela -ordenó el chico.

-¿O qué? -preguntó el otro chico, no parecía tan fuerte como el otro, pero si que intimidaba un poco, este tenía el pelo marrón claro.

El de pelo negro hizo que se girara y le quitó la capucha, el chico tenía el pelo rubio, no le podía ver muy bien el rostro.

En ese momento me entraron unas ganas tremendas de ir y decirles que dejaran en paz al chico... ¡¿qué demonios?! Eso mismo era lo que iba a hacer. Odiaba a la gente como esos chicos, que se creen superiores y molestan a los demás, no sabía como nadie en esta clase se dignaba a hacer algo. Era como si los demás alumnos no estuviera viendo lo mismo que yo, todos iban a su bola, hablaban y se reían. Me dirigí con paso decidido hacia ellos, entonces los dos chicos miraron detrás de mi y le devolvieron la mochila.

-Chicos, todos a vuestros sitios - dijeron a mis espaldas.

Me giré, era el profesor.

-Usted también, señorita -dijo mirándome.

Yo asentí, y me dirigí a uno de los sitios que aún quedaba libre, me senté y saqué los libros. 

Después de que terminara la clase, me apresuré en guardar mis libros en la mochila y me acerqué a una chica que también iba a mi clase de biología.

-Hola -saludé.

Me examinó de arriba a abajo. Sonrió. Pero no parecía una sonrisa real, se veía falsa, sólo unos labios curvándose hacia arriba.

-Ah, hola, tu vas conmigo a clase de biología ¿verdad?

Asentí.

-Espera, eras... ¡Amber!

Casi, solo había acertado en la letra "A".

-Alyson -la corregí.

-Oh, es cierto, perdona.

Su rostro mostraba pena fingida.

-No importa, puedes llamarme Alys - le dije.

Ya estaba acostumbrada a que me llamaran así.

-Claro.

A decir verdad, no parecía muy interesada en nuestra conversación, si es que podíamos considerar a esto una conversación.

-Sabes, ahora tengo clase de Lengua, y la profesora es una pesada, así que tengo que irme...

Hizo ademán de marcharse de ahí.

-¡Espera! -dije.

Se volvió a girar hacia mí, ahora con una expresión algo irritada

-¿Qué? tengo prisa -dijo mirándose las uñas pintadas de fucsia.

-¿Sabes quién es el chico con el que se estaban metiendo? -pregunté.

Se encogió de hombros y suspiró.

-Supongo que sí, es muy rarito. Siempre habla solo, a veces hasta le han visto gritando -me contó.

-¿Y solo por eso es raro? yo muchas veces también me he encontrado hablando sola, y grito cuando estoy enfadada.

Me miró como si estuviera completamente loca.

-Ahora si, tengo que irme -dijo dando media vuelta.

Vale, definitivamente no le había caído bien. Yo me fui a mi clase de Español. La verdad es que esta academia no tenia nada especial, incluso mi antiguo instituto era mejor, aunque tenía que admitir que había muy buenos profesores. Esta academia tenía partes muy bonitas, si, lo admito, pero la gente no era como me la esperaba, aun no sabía por qué había tenido la necesidad de venir aquí. Todo era tan extraño, pero a la vez tan emocionante... 

La profesora de español estaba hablando de algo, pero yo no prestaba atención, más bien pensaba, ahora mismo me encontraba por así decirlo en "mi mundo". Cuando todas las clases terminaron me dirigía a la taquilla, pero oí que alguien estaba hablando.

-Déjame en paz, ¿vale?

Miré a hurtadillas, era el chico de la capucha. Bueno, vale, no se llama así, pero no sabía cuál era su nombre. Parecía hablar con alguien, salvo que no había nadie ahí, solo él y yo, aunque él no supiera que yo estaba allí, claro.

-No puedo, ya te lo he dicho, ¡vete! -dijo medio gritando.

La verdad es que eso si era raro, cuando yo hablaba sola sin darme cuenta, no parecía que estuviera hablando con otra persona.

-Ya, claro, como si yo hubiera podido haber hecho algo de eso. Es muy fácil hablar, pero si tu hubieras estado en mi lugar te hubieras quedado igual que yo.

¿Debía irme de ahí? 

-¿Qué no? já, eso me hubiera gustado verlo con mis propios ojos -volvió a decir

Sí, tenía que irme de ahí, ya dejaría los libros en otro momento. La verdad es que aquella había sido de lo más extraño, salí de ahí y me fui a mi habitación.

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Bueeno, aqui os dejo el primer capítulo de mi historia! si os gusta, sigo con la historia. Comentad y votad! :D

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