Capítulo 22

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— Callie... explícame qué demonios es todo eso del aplazamiento— pregunté tomando del brazo a la abogada y apartándola cuidadosamente.

— Sígue andando , Alex.

Callie no frenó el paso, pero me instó a acompañarla a una planta superior, en donde, al parecer, tendría lugar una reunión privada entre el magistrado y los abogados de ambas partes solicitando un aplazamiento de 24 horas, cuya necesidad aún desconozco.

— Escucha. Viste a LaFontaine, ¿ cierto?. Pues, noticias: El francés es un sabueso de los buenos. De esos con olfato. Y adivina; Hugo me dijo que estaba seguro de que Aguilar cometería un fallo. Parece que lo ha cometido. Han encontrado a una chica muerta, y él fue la última persona con la que se la vio, según un testigo.— dijo Callie bajando la voz, tras introducirse en un despacho vacío que cerró con llave unos segundos.— Necesitamos ese aplazamiento para poder proceder a su detención.

— ¿ Necesitamos, en serio? o LaFontaine necesita diría yo. 

— No seas estúpido. Si conseguimos atraparlo, o al menos señalarlo con algo tan turbio será nuestro pretexto perfecto. No sólo no obtendrá la custodia, sino que no podrá acercarse a ningun Velázquez jamás.

— Hunt. — corrijo rápidamente. — Velázquez- Hunt. Consigue ese aplazamiento. Yo iré a explicarselo lo mejor que pueda a Candy.

— Alex no sé si eso es buena idea. Quizá sería mejor...

— Estas hablando de mi mujer, Callie. No hay ni habrá ningun secreto entre Candy y yo.— sentencio antes de darme cuenta de las palabras pronunciadas.

— Está bien. — contesta la abogada mientras abre la puerta. — Nos vemos dos puertas más a la derecha. 

Me apresuro escaleras abajo sintiendo la sangre bombear por mi cuerpo. Ese Aguilar es un maldito perturbado. Todo esto ...es demasiado. Una extraña sensación agridulce nace en mi pecho, mientras repaso mentalmente los acontecimientos y los ordeno en mi cabeza para poder transmitirle a Candy la mayor calma posible.

Por un lado, esto era una oportunidad entre un millón para poder atrapar a ese hijo de puta de Aguilar. Por otro, yo lamentaba la muerte de esa chica. Y lo que es aún más grave, este hecho era la confirmación de que aunque el juicio fuera favorable a ellos, este tío no iba a quedarse tan contento. Y supe que tendría que estar a la altura.

— Alex.— Tan ensimismado en mis pensamientos no había percibido a Candy delante de mí.

— ¿ Dónde demonios está Big T? ¿ Por qué te ha dejado sola?— Le pregunto buscando a mi amigo con la mirada.

— LaFontaine...Big T y LaFontaine se quedaron hablando, abajo. ¿ Te ha dicho algo Callie?.

Brevemente, y de la manera más suave que logro encontrar, le explico a Candy todas las nuevas sobre Aguilar.

Candy frunce el ceño y tras un desgarrador gemido la siento tambalearse por la impresión de las noticias.

— Alex... es peligroso. Y yo lo he atraído hasta aquí...yo...— Dice con la voz entrecortada y la mirada perdida en algún punto entre nosotros.

 — Tú sólo estabas viviendo tu vida, él es un puto psicópata. No voy a dejar que llegue hasta tí ni hasta Kendra. Sois mi familia, maldita sea. Nadie toca a mi familia.

Una emocionada Candy me devuelve una tierna mirada de reconocimiento.

— Es lo mejor, nena. Dejemos que el francés se ocupe de él , ¿ sí?.

— Sí. — contesta ella con un vehemente asentimiento de cabeza.

— Vamos, entonces.

La tomo de la mano y la guío hasta un austero y blanco descansillo en la segunda planta, para tomar asiento en uno de los sólidos bancos de madera oscura y aspecto colonial que se encuentran pegados a las paredes.

Los minutos pasan sin noticias ni rastro de Callie, aumentando la ansiedad y la frecuencia de mis latidos. Me levanto para caminar un poco arriba y abajo de la estancia, con la idea de hacer trabajar a mi cuerpo y dejar circular la adrenalina y mantenerme lo más despejado posible, cuando veo aparecer a Otto y Basti al final de las escaleras. Con un movimiento, me dispongo a acercarme a ellos para informarlos de la situación, al tiempo de sentir un susurro apenas discernible.

—Alex...no te alejes de mí...por favor.— Los ojos de Candy me miran suplicantes, convertidos ahora en puro iris color chocolate.

— Nunca — respondo haciendo coincidir sus ojos con los míos. Me acuclillo delante de ella y le tomo la mano entre las mías — Nunca, ¿ Me oyes? . No importa qué pase después, lo que decidas cuando esto acabe. Pase lo que pase jamás os dejaré desprotegidas. Eres mi mujer. Mi responsabilidad.

De alguna extraña manera que no se corresponde con mis intenciones, los ojos de Candy se vuelven turbios, y su ceño se hace más profundo, como si una sombra de tristeza se hubiera deslizado por su hermoso rostro. 

" mierda".

— Alex yo... — comienza a decir ella antes de verse interrumpida por un preocupado Otto.

— Cariño, ¿ qué ha pasado? Big T está abajo. Por un momento creí que mataría a ese detective, pero de golpe se volvió un gatito manso y nos aconsejó que te buscaramos. ¿ Qué ha hecho ese Aguilar?

— Han encontrado el cuerpo mutilado de una chica...él fué el último en verla con vida. Sé que fué el, Otto. Fué él. Tantos años viviendo lejos de su presencia olvidé como era. Es un monstruo. — susurra Candy mirando intermitentemente a Basti y Otto.

— Dios...— exclama Basti horrorizado— así que a eso viene el aplazamiento. El detective quiere detenerlo cuanto antes.Hablando del rey de Roma.

Un sonriente Máximo Aguilar se pasea frente a nosotros con una sonrisa burlona y el teléfono pegado a la oreja. La tensión de Candy es automática. Temo que se rompa, pero tras apretar su delicada mandíbula, levanta la barbilla orgullosa, luciendo una mirada de desdén, imagen perfecta del estoicismo. Y sin quererlo, aprieto con mi mano su rodilla, sintiéndome orgulloso de mi pequeña heroína. Tan fuerte. Nunca más sola.

— Tranquila, mi niña. Todos estamos aquí. Esto va a ir bien. — le asegura Otto a Candy.

Los minutos van pasando, y las puertas siguen cerradas. Big T se incorpora al grupo y además de una tila y un descafeinado , trae una cara de firme determinación.

— Hermano...—dice susurrando, evitando poner su boca en la línea de visión de Aguilar, para evitar que éste pueda entender algo de nuestra conversación. — Callie tiene que conseguir ese aplazamiento como sea. Es un desgraciado suceso, éste...Pero es la mejor oportunidad que tenemos de ponerlo entre rejas, en donde debería estar hace años. 

Un sonido hace que nos volvamos hacia la puerta expectantes. La puerta se abre y al lado del abogado de Aguilar, aparece Callie y otra mujer castaña un palmo más baja. 

Un ligero ademán de afirmación con la cabeza me hace inspirar con fuerza. Ha conseguido el aplazamiento. 

Tan pronto como Máximo reacciona, LaFontaine y otro tipo llegan seguidos de un par de agentes uniformados. Ahora es el francés el que exhibe la sonrisa a juego con un brillante par de esposas.

— Máximo Aguilar, queda usted detenido en relación al secuestro y asesinato de Destiny Clara Montes. — comienza a hablar LaFontaine mientras esposa a un sorprendido y tenso Maximo.— Tiene derecho a permanecer en silencio, todo lo que diga podrá ser usado en un tribunal. Tiene derecho a un abogado. En caso de no poder pagarlo, puede solicitar asistencia de oficio al estado de California... Te tengo, Aguilar. Te tengo.

—¿ Está seguro...detective? — Con una extraña sonrisa, Aguilar vuelve su cara hacia mí— Cuida a mi mujer un poco más, gringo. Sólo un poco más.

3,2,1...Action!!Where stories live. Discover now