Noche de Boda

31.7K 879 73
                                    

No, no es que el día en si fuese de locos, es que era completamente descabellado. Y no era por que estuviese llegando de mi despedida de soltera a la oficina tras que el taxi no parara y me echará todo el agua de un charco encima, ni todos los carteles que había mandándome señales negativas, ni mi taza de la suerte rompiéndose ni que mi amiga casi se atragántase esa misma noche y que la otra estuviese medio montándoselo con el boy en el callejón de atrás.... No. Ni siquiera el tacón roto, ni la blusa con dos botones menos y una raja en la falda, no...

Tampoco fue lo peor pillar a Randy, el de mantenimiento, cascándosela con una peli porno durante su turno, ni encontrarme a la secretaria de la competencia mamándosela a mi jefa junto a la fotocopiadora... 

No, todo eso fue lo de menos... sin tener en cuenta que el la tienda se equivocaron con mi vestido de novia y casi me dan el de otra además del de una fulana, no... nada de aquello fue lo que detonó la bomba. Sino encontrarme en el salón de actos donde todo se iba a desarrollar a Randy, mi supuesto futuro marido, tirándose a la camarera sobre uno de los carritos como un perro en celo, la cara de satisfacción y zorra soltando soeces como si aquello fuese una peli porno mientras él se la metía sin parar una y otra vez a lo bruto sin dejar de sobarle el pecho y besaba a otra en la cual tenía metidos sus dedos en su coño.

Ni siquiera fui capaz de moverme de mi escondite junto a la pared, no solté ni una lagrima pero si recuerdo el dolor que sentí atravesándome el pecho y una certeza absoluta. Todo aquello era una farsa, por que la verdad... una vez en mi habitación y ya vestida era incapaz de sentir nada salvo rabia.  Me senté sobre la cama hecha un manojo de nervios y lo único que hice fue pensar y no hallaba ni un sentimiento que me importase lo más mínimo sobre lo ocurrido. Se, que a la hora acordada baje al salón, la marcha nupcial ya estaba sonando y todo lo que había sucedido desde mi despedida de soltera hasta que llegue al hotel fue repitiéndose una y otra vez en mi cabeza justo cuando estaba frente al cura y este me traía de vuelta a la realidad con sus palabras.

_¿Aceptas tú Satine Irizar a Randy Martínez como legítimo esposo?

Todo dió vueltas a mi alrededor, sentí mi pulso atronar en medio del silencio sepulcral que se hizo ante mi silencio, el corazón me latía con violencia y me volví cara a los asistentes, amigos, familiares... estaban todos ahí... pendientes... ¿podía permitirme aquello? ¿Podría aceptar una farsa? ¿Podía defraudar a todos o entenderían y apoyarían mi decisión? Era ahora o nunca y todos seguían esperando mis malditas palabras...

Y entonces le vi... ahí, como iluminado por un halo de luz... Dorian, mi amigo de toda la vida, al que tanto había echado de menos todos esos meses, en el que nunca había dejado de pensar... él que hacía acelerar mi corazón y derretir mis rodillas. Cuando mis ojos encontraron los de él temblé, flaqueé, lo supe enseguida pro que volvía a ser gelatina, mi estomago se encogió y sentí como se agitaba mi pecho.

Me lleve la mano al sencillo collar de perlitas con una delicada flor que llevaba y fue como si regresase de nuevo al mismo punto del pasado donde seguía resonando la misma maldita canción que siempre me hacía estremecer arrancándome una lágrima al igual que a la protagonista del videoclip... y ahí estaba yo, en mitad del altar, con el vestido de novia más hermoso que jamás pudiera solar y perdida en una fiesta de hacía dieciséis años tarareando parte de la canción de Junior Cldera y Sophie Ellis Bextor y el jodido estribillo “Standing in a crowded room, all i see is you like a spotlight follows where you are. Now i just can’t figth this feeling we should be lover”  Siempre la msima canción, siempre con él... ahí, parado en mitad del pasillo con su impecable smoking negro, su pelo negro como la noche y sus ojos azules mirándome como un mar embravecido.

Siempre él y yo, juntos, demasiadas veces intentando descifrar cual era ese sentimiento que nos impulsaba el uno a los brazos del otro, siempre buscando el momento apropiado para confesar algo que nunca se dijo pero que siempre estuvo ahí, en sus miradas, en sus silencios, en sus manos cuando apenas se rozaban...

Noche de BodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora