Historia de Calcetín

 Calcetín era bonito aunque estaba bastante usado ya. Hacía mucho tiempo que había perdido su par. Fue un día en que disfrutaban del sol estirados en el tendedero... la pinza que le sostenía se rompió y él se precipitó al vacío. Luego una ráfaga de viento lo arrastró lejos. Calcetín intentó soltarse frenéticamente para ir con él pero no hubo manera... Se tuvo que quedar allí, colgado, y quien lo hubiera visto secarse hubiera pensado que goteaba tanta agua porque no habían programado las revoluciones correctas para el centrifugado en la lavadora, y por eso estaba tan empapado. Pero qué va... es que lloró la pérdida de su amigo amargamente... habían estado juntos desde que los fabricaron, para bien o para mal, limpitos con olor a suavizante de flores blancas o sucios esperando en el cesto a que llegara el momento de poner la lavadora.

 Le costó bastante adaptarse a la nueva situación. Pensó que lo tirarían a la basura... ¿ de qué servía un calcetín sin pareja ?. Pero no. Lo recogieron con el resto de la ropa y lo guardaron en el cajón de los calcetines junto a los demás, que sí tenían pareja. Fue bastante duro...

 Estaban los calcetines rojos, que a su dueña le encantaban porque tenían pelito y eran muy calentitos. También los que tenían trocitos en forma de flor hechos de un material plástico antideslizante que servía precisamente para eso, para poder caminar sólo con los calcetines sin miedo a tener un resbalón. Y las aristocráticas medias que sólo se utilizaban en momentos especiales y por eso se creían eso, muy especiales. Todos ellos se apiadaban de Calcetín y cuchicheaban por los rincones que tenía sus días contados. Pero pasaba un día, otro y otro, y Calcetín seguía allí.

 Era un poco doloroso cuando alguien abría el cajón, cogía un ovillo de calcetines y los separaba para ponerse uno en cada pie... recordaba que eso mismo hacían con él y su pareja no mucho tiempo atrás... Pero resistía en espera de tiempos mejores.

 Un buen día el cajón se abrió y alguien lo sacó de allí. Calcetín pensó que había llegado su momento, que su historia terminaba... tantas veces se lo habían repetido que lo tenía totalmente asumido. Fue una gran sorpresa cuando le dejaron sobre una superficie plana y lisa... ¡ Era una mesa !. Y a su alrededor había muchas cosas... trocitos de lana, un bote de cola, pedacitos de cartulina... Unas manos lo cogieron y una de ellas se lo puso como si de un guante se tratara. Calcetín pensó "¡ pero qué pasa, qué cosas tan raras !. ¿ Ahora me usarán como guante ?". Sin embargo no era eso... o bueno... no totalmente....

 Comenzaron a ponerle pegotes de cola por todas partes y a unirle los pedacitos de lana, los trocitos de cartulina... incluso juraría que le ponian algo de purpurina de color morado. Calcetín se sintió un poco mareado, así que respiró hondo cuando le dejaron de nuevo sobre la mesa reposando y apagaron la luz.

 Al día siguiente, cuando Calcetín despertó se asustó mucho. Pudo ver su reflejo en la superficie pulida de una caja de lata cercana a él. ¿ Quién es ese ?. No se reconocía... Lo recogieron y lo metieron dentro de la caja, cerrando la tapa después. Pudo sentir que no estaba solo pero tenía un poco de miedo asi que se quedó calladito y quieto en la oscuridad.

 Cuando la tapa de la caja se abrió de nuevo pudo escuchar el sonido de muchas risas infantiles alrededor... volvieron a ponérselo como si fuera un guante y enseguida se encontró en medio de un escenario confeccionado con cartones de llamativos colores... y le acompañaban otros muchos calcetines sin pareja a los que habían convertido en hermosas marionetas de guiñol. Había una princesa de brillante pelo rubio, una bruja que daba mucho miedo, un príncipe azul con su caballo... y luego estaba él, el Viejo Calcetín, convertido en un cuentacuentos con barba y pelo gris de lana y ojos de cartulina. ¡ Estaba contando un cuento a aquellos niños !. ¡ Y ellos le miraban extasiados !. Se sintió inmensamente feliz... y ya nunca más regresó al cajón de los calcetines.

FIN