Capítulo Único

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Se arrebujo en el suave y reconfortante abrigo, observando. El hombre, que tan interesado se había visto en ella momentos atrás, yacía en el suelo, en un charco formado por su propia sangre que bullía a riachuelos de la herida abierta en su cabeza. Sacudió los pies envueltos en botas militares para deshacerse de la sangre que les salpico y estiro la pierna por sobre el cadáver, ignoro a los matones que bromeaban y soltaban improperios reunidos en torno al occiso y avanzó por el callejón. Se incorporó al gentío que atestaba la acera esa helada noche de invierno, empujo para lograr abrirse camino hasta el borde de la acera y se inclinó hacia un auto de vidrios blindados, los cuales golpeteo con la uña.

El vidrio descendió, permitiéndole meter la cabeza y dejo a la vista un hombre cuarentón, de aspecto sobrio y cabellos ondulados, este ladeo la cabeza y con una sonrisa retorcida en el rostro deslizo los lentes oscuros por el puente de su nariz-.Tercero- susurro con un tono respetuoso. El hombre pulso un botón del tablero junto al volante del auto y el seguro salto justo bajo su cuello, se reincorporo con movimientos suaves y abrió la puerta del auto, metiéndose con rapidez en este, hecho un último vistazo al callejón por sobre las cabezas cubiertas por gorros de lana y cerró la puerta del Mercedes Benz. El auto se puso en movimiento casi inmediatamente, y ella se permitió hacerse un ovillo en el asiento.

Sintió el roce de dedos sobre su cabello al momento en que se detuvieron en un semáforo en rojo, despego el rostro de la ventana helada, donde se había apoyado para observar los autos pasar. El hombre la observaba de manera penetrante, la barbilla apoyada en su otra mano, tomo uno de sus mechones multicolor y lo retorció en su dedo-. Entonces, mi pequeño Ángel, ¿dónde te habías metido?-inclino el rostro hacia la caricia del mayor y mascullo una rápida respuesta entre dientes, el hombre endureció la mirada, el agarre se hizo más férreo en torno al nacimiento del cabello en su cuello-. No volverás a separarte de mí, no te lo perdonare la próxima vez, Ángel mío-.

Asintió con suavidad, conforme el hombre deshacía el agarre y volvía las manos al volante. Recostó la cabeza en la ventana del auto, observo los autos pasar y el paisaje cambiar de a poco, cerró los ojos después de un tiempo, tratando de ordenar sus desastrosos pensamientos y a los pocos minutos, cayo dormida. Cuando volvió a abrir los ojos estaban en un terreno baldío en medio de la nada, una borrosa figura parecía acercarse a lo lejos, en el horizonte. De improviso fue jalada y depositada en el regazo del hombre mayor, que enterró la cabeza en su cuello y jugueteo con su cabello antes de descender y desabrochar su abrigo.

La blusa fue rasgada y su sostén subido sin mucha ceremonia, sus pantalones fueron bajados con rapidez y su ropa interior hecha a un lado. Acepto al hombre entre sus brazos y en su interior, se entregó de lleno a una sesión de sexo rápida, desenfrenada e insípida para ella. Cuando la borrosa figura que había divisado hacía tiempo llego a donde se encontraban, ella ya estaba presentable, la ropa en su lugar y el abrigo abierto, dejando a la vista la desgarrada blusa y su sostén sin vergüenza alguna, camino junto al viejo hombre y observo en silencio al joven con pinta de gamberro, con la ropa sucia, marcadas ojeras y una insípida barba de días.

Después fueron dirigidos a la parte trasera de la maltrecha camioneta y el enorme furgón fue abierto de par en par. Frente a sus ojos, fueron expuestas al menos cuatro docenas de personas enjauladas. Se paseó con regocijo entre las docenas de jaulas junto al hombre y el joven, muy ufana. Observando con satisfacción como niñas, adolescentes y mujeres se aferraban a sus pantalones y abrigo suplicando, otras, más osadas la jalaban con desesperación hacia ellas, buscando ayuda. Ella les sonrió de medio lado, socarronamente, se sacudió de las manos con soltura y pisoteo los dedos de quienes estiraban sus manos en su dirección con insistencia.

Se pegó al costado del hombre, vatio las pestañas de manera coqueta en dirección al joven, tratando de tentarlo y escucho atentamente la negociación, desviaba la vista ocasionalmente en dirección a las niñas más pequeñas, estas lloraban y suplicaban con más ahínco que las demás, soltaban balbuceos incomprensibles y varios nombres, palabras como madre, padre o hermano. Vio el miedo y la histeria palpitando tras los inocentes ojos y sintió la furia bullir en su interior, sus ojos se oscurecieron en el momento en el cual el trato fue cerrado, y se negó a sentir pena o compasión alguna por ellas. De vuelta en el auto y tras ponerse este en marcha, los recuerdos bombardearon su mente.

Había sido una huérfana. Se había criado en un orfanato de mala muerte, entre maltratos y necesidades. Había estado realmente aliviada cuando, al cumplir los siete años, la adoptaron. No puede negar que había estado ilusionada, había crecido con la esperanza, de alguna vez, ser amada y la mujer que sería su madre se veía muy dulce; era menuda y risueña, su padre en cambio; era intimidante y fuerte, como siempre se había imaginado a un padre. Había sido feliz con su nueva familia, por aproximadamente los primeros treinta minutos, después todo fue confuso y macabro. Lo más desconcertante que hubiese experimentado en el transcurso de su corta vida.

El auto en el que se habían movilizado hasta entonces se detuvo en medio del camino, junto a una camioneta de aspecto sospechoso, después de aquello todo no fue más que un manchón borroso encerrado en el fondo de su memoria, entre otras tantas lagunas mentales. Cuando volvió a ser consiente de sí misma estaba siendo apretujada y manoseada por un hombre bastante desagradable y viejo, recuerda haber gritado y haber sido golpeada en respuesta por la grácil mujer que la había adoptado. Su gesto hosco en total desacuerdo con la mirada dulce que había llevado durante toda su visita al orfanato. Siguió llorando aun después de esto, batallo, se retorció y suplico. Nadie la ayudo.

Ni cuando aquel hombre hizo con su mente y cuerpo lo que le vino en gana. Ni cuando fue entregada a un hombrecillo chaparro y calvo, con un gesto retorcido y desagradable, que la exhibió desnuda como un vulgar animal de circo frente a un montón de depravados de avanzada edad. Por supuesto nadie la ayudo cuando fue sometida a cuantas torturas y depravaciones se les pasaron por la mente a dichos hombres, hasta que su espíritu de lucha y su esperanza e inocencia se fueron apagando día tras día. Su psiquis se quebró y lo que alguna vez fue dejo de ser, dejo de ser ella, dejo de ser una persona, dejo de existir como alguien moralmente aceptable. Fue consumida por la oscuridad, la dulce oscuridad.

Fue vendida al mejor postor, pasó por doctores renombrados, altos mandos militares y cabecillas de la mafia, nunca recibió ayuda, nadie nunca tuvo compasión de ella, nadie se preocupó por lo que ella sentía. Entonces, ¿Por qué debería sentir ella compasión por esas personas?, ¿Porque hacer por otros lo que nadie hizo nunca por ella? Se acostumbrarían, a las buenas o a las malas. Probablemente, muchas morirían y muchas seguirían luchando contra su realidad. Tal vez pocas sobrevivieran, tal vez pocas se conformaran y, tal vez, aun mas pocas; serian inteligentes y tratarían de escalar. Lo harían como ella lo hizo en su tiempo, caerían, darían pasos en falso y se equivocarían, pero escalarían.

Y, tal vez, llegarían a la cima. Y una vez allí, sin importar quienes fueran o de donde vinieran, serian intocables y superiores, pero sobretodo, nadie les impediría tomar la justicia por su propia mano. Porque no habría justicia si ellas no la impartían. Porque la justicia ya no existía como tal en el mundo, porque lo héroes y las buenas personas ya no lo eran y, tal vez, nunca lo fueron. Porque la bondad y la caridad no eran más que mentiras, porque en ese pútrido mundo no existía una sola persona pura e inocente. Ya no había, la oscuridad los había consumido a todos por igual. En una vorágine de pecado, corrupción, malicia y lujuria, creando un círculo vicioso del cual era imposible salir.

Porque los héroes no existían, solo la oscuridad.

ººº

Hola!, Un gusto mi nombre es Tatiana y esta es la primera historia que subo a la red, así que, si vieras esta historia rondando por alguna otra pagina que no se Wattpad (Bajo este seudónimo), y en algún futuro FanFiction (Bajo el seudónimo de "TatiaOtaku"), les agradecería, de corazón, que me avisaran para poder hacer algo al respecto.

Bueno, con esto dicho, espero y la historia os guste y sea de vuestro agrado. Sino, de antemano, lo lamento mucho. En fin:

Hasta luego, criaturitas de la creación!

Solo la OscuridadWhere stories live. Discover now