La Torre de Astronomía

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Quinta Parte: El Conjuro

Capítulo 33: La Torre de Astronomía


Cuando Severus entró a la habitación Genn estaba profundamente dormida, hacía más de tres horas que se habían desaparecido de aquella horrorosa mansión, hace más de tres horas Genn había matado a Rosalí Romanov. Después de conjurar ciertos hechizos para ocultar las heridas que Genn le había hecho y limpiar toda la sangre del cuerpo y el lugar Severus hizo un lazo perfecto y subido a la mujer a una silla con la soga anudada a su cuello, empujó la silla y dejo que todo pareciese un suicidio común. Para él eso no significaba nada, había matado a mucha gente en su vida, una raja más a su humanidad no haría la diferencia para él.

Sin embargo no podía evitar preguntarse... ¿Qué era lo que ella sabía de Genn?, ¿Qué pudo ser tan terrible como para que ambas terminaran así?

Lola dormía plácidamente en su habitación, Daniel en la suya... aunque a este último no pudo ocultarle nada, el chiquillo había derribado sus barreras con una facilidad asombrosa. Sabía que estaba preocupado por Genn, Severus confiaba en Daniel, probablemente era la única persona aparte de su esposa en la que podía confiar su lealtad.

Hogwarts resultaba sofocante... ya no era lo mismo de antes y le entristecía pensar que nunca lo sería. Ayudar a Draco y protegerlo a la vez era fastidioso, en especial por la tercera y orgullo del Malfoy menor, cuidar al trio dorado consumía su vida, mantener juramentos y promesas que resultaban desgarradoras.

No tenía paz ni descanso.

Tan solo a Genn, para compartir un poco de su dolor.

Para completar la estúpida petición de Dumbledore, matarlo... Severus no podía hacerlo, era demasiado... Dumbledore había sido cómo un padre para él durante todos esos años, era quien curaba sus heridas, quien le daba consejos, Dumbledore era una gran parte de su humanidad, y no estaba seguro de sí podría sobrevivir sin esa parte.

También estaba Genn, tan confusa, tan llena de secretos que le asustaba, ambos envueltos en aquel mundo de tinieblas, ambos tan unidos y separados a la vez.

— ¿Severus? —preguntó, él la miró tumbada en la cama, con los ojos enrojecidos y la voz temblorosa—. ¿Podrías abrazarme?

Severus no le respondió, en silencio se subió a la cama sintiendo cómo el colchón se hundía bajo su peso, la atrajo hacia sus brazos y la estrecho contra él, queriendo espantar todos sus demonios... todos sus miedos.

Genn aspiró su embriagante aroma, a pergamino... a bosque ya hombre... Genn cerró los ojos y se permitió dormir, sabiendo que nadie la lastimaría a su lado.

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Los días pasaban lentos para Genn, el castillo cada vez se le hacía más asfixiante... las reuniones con el Lord eran agotadoras y por otro lado Severus había terminado por contarle la orden de Dumbledore.

Maldito viejo, pensó agobiada, eso era lo último que Severus necesitaba, matar a un ser querido. Y aunque ella intentara aligerarle la carga no era suficiente, su esposo pasaba noches enteras sin dormir, días con esa misma expresión de dolor en el rostro.

La humanidad de Draco le costaría la de Severus, Genn lo sabía, sin embargo, no podían interferir.

Nadie podía hacerlo.

Solo quedaba esperar... para ver que bando caía primero.

La caída llegó demasiado rápido, esa noche Genn lo supo, lo sentía fluir en sus venas... Harry y Dumbledore habían desaparecido desde la mañana, el castillo estaba completamente indefenso cuando sucedió, la marca tenebrosa cruzo el cielo de Hogwarts cómo el primer aviso: El mal había llegado.

La Mujer de Severus Snape #Wattys2016Where stories live. Discover now