Ondas

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Él era una onda prolija, tranquila, constante; él era lo mejor que pudo pasar. Ella, sin embargo, no era una onda uniforme: subía y bajaba en picos radicales donde no existía un término medio. Ella era una tormenta personificada, el caos que él nunca esperó venir.
Bastaba el estar en un mismo cuarto para amainar sus locuras. Era suficiente con sonreirle para que saliera el sol. Y con el simple hecho de abrazarlo, ella sentía que tenía al mundo entero en sus brazos. Ella sabía perfectamente que, luego de conocerlo, no le importaría si las estrellas se extinguieran, o si la luna dejara de brillar. Sabía que le daría lo mismo si las luces del universo de apagaran, porque desde ese entonces, lo único que necesitaría ver es a él.

Crónicas De Un Corazón NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora