Dos

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—Sonríe, vamos —me dice Suicidio a mi espalda—. Si no nadie te creerá capaz de sostenerte en esta vida.

Suicidio es una chica amargada, opina muchas veces y no se corta en hablar donde sea, y cuando sea. Se enfada fácilmente conmigo si no le respondo. Y es, totalmente, yo. La yo que soy en realidad. Porque, si en verdad todos llegan a tomarme como una niña tímida y asocial, están equivocados, equivocadísimos.

Estoy sentada en mi asiento, justo al lado de Koneko, mi fiel amiga porteña. Ella parece estar prestando atención a la clase de historia, mientras que yo no. Estoy más atenta en lo que Suicidio trata de decirme, que la clase me parece sumamente aburrida.

—¿Qué quieres? —logro decir, en susurros. Suicidio se sienta en la mesa de al lado, donde un cristal está prestando atención, sin darse cuenta de que tiene el culo de un fantasma en frente de sus narices. Dejo de mirar a mi amiga/enemiga/reflejo de mi personalidad, porque si sigo así, me terminaré riendo de lo absurdo de sus acciones o palabras.

—Bien, te lo diré —dice, y se levanta la falda, dejando a la vista sus muslos más de lo que ya estaban—. Lunes te conoce, y a mí también. La hija de puta me ha traído aquí para llevarte con ella, o no sé qué cosas más. Y ahora, como ustedes ya se conocían, no tengo ni idea de que hacer, y este pueblo es muy aburrido. Suicídate y me harás un gran favor —termina, y sigo con la vista hacia delante, como si estuviese prestando atención a la clase. En silencio, respondo.

—Me da miedo...

No digo más, puesto que otro cristal, uno del tamaño de un edificio, está riéndose de mí desde su asiento en la última fila. Escucho sus susurros, que son como palabras venenosas y sutiles, escondidas en la boca de un demonio.

Suicidio chasquea la lengua al notar mi nerviosismo, y se acerca a el cristal. Saca una navaja de no sé dónde, y se la clava en el cuello. Obviamente no le hace efecto, ni sentir dolor, pero su alma pierde unos años de vida. Suicidio dice que, si un alma en fase de muerte te intenta matar, logrará quitarte años de tu vida. Sonrío.

Luego de su hazaña, sonríe y se sienta en frente de un chico, o una abeja, como yo los llamo. ¿Conocen el cuento de la abeja y la flor? Su nombre sale de ahí, ciertamente. Todos los chicos son abejas. Por lo menos los chicos de mi edad.

—Búscalo en internet. Hay muchas formas de quitarte la vida sin sentir dolor. —Vuelve a subir su falda—. Pero, después de todo, los recuerdos que has dejado en la tierra, soltaran un mar de sufrimiento y de lágrimas a corazones inocentes. No quieres que Espejismo sufra, ¿verdad?

Querido lunes cualquiera,

Perdón por tratarte de chico ayer. Suicidio dice que eres una chica.

¿Sabes? Feliz lunes. Tu amiga empieza a seguirme todos los días. Está conmigo en el colegio, siempre, opinando a cada instante sobre cualquier cosa. Las situaciones no son para ella un problema; es invisible, y sólo molesta a mi persona.

Todo normal hasta ahora. Nada cambió en este fin de semana. El comienzo de clases sigue siendo noticia, pero ya no de esa forma increíble de las dos semanas antes, con eso de que los profesores van a hacer paro porque quieren tener más sueldo. Ahora las aguas empiezan a tranquilizarse, y los profesores están contentos o algo así con sus nuevos sueldos.

A mí me siguen tratando de esa horrible manera, como si fuese un bicho raro en un jardín con abejas y flores, todas iguales. Yo sería algo así como una vaquita de san Antonio, o una mariposa. Tal vez una libélula o algo similar. Sí, creo que una libélula. Volando libre entre los paisajes, dejándose llevar por el viento, o yendo en contra de él. Buscando retos y nuevos mundos. Simplemente, yo.

Ay, lunes, si supieras... si supieras el mundo que tenía antes de todo. Antes del odio, antes de todo lo malo que me lanzan con esas miradas. Nada era tan malo como lo es ahora. Nada. Todo era cariño, amor, sonrisas y felicidad. Nadie me odiaba tanto como en este curso. Y los latidos de mi corazón son como un terremoto, que derrumba todo mi mundo. Mientras siga en pie, mientras siga aquí, así será. Por eso, consideraré muy bien la propuesta de Sui. Sí, el mote de Suicidio. No lo tomes en cuenta.

Espejismo no sabe nada de lo que tengo planeado. No lo sabe. Y es que pretendo terminar con el sufrimiento en este 2015. No quiero seguir así. Espejismo es fuerte, hace oídos sordos a todos, me sonríe y yo a ella. Mis sonrisas más sinceras, las únicas sinceras, se las regalo a ella, todos los días. Porque con ella es que de verdad me siento libre, feliz. Con ella. Con mi querida hermanita.

En verdad, ¿hay una solución para el sufrimiento? No lo creo. El sufrimiento es amor a lo no amado. Amor a eso que nadie ve, a eso que nadie cree ver. El sufrimiento es el amor hacia la desesperación de un alma. Hacia la soledad, hacia la tristeza. Es el amor hacia el desprecio. El amor a lo no amado, reitero. Y es que tampoco hay solución para el amor. Amor y sufrimiento van agarrados de la mano, como dos hermanos inseparables. Y barajando mis cartas, todo el mazo de posibilidades, sólo una llama mi atención más que las demás. Pero Espejismo sufriría. Aunque mostrase muchas veces lo contrario, aunque demostrase odio hacia mí, sufriría. Cero también lo haría.

Mi existencia causaría sufrimiento. Mi existencia causa sufrimiento.

Este 2015, definitivamente, será el último año de mi vida.

[...]

Más o menos, voy adaptándome a una forma de narrar esta historia. ¿Os gusta? ¿Debería escribir primero la carta, o escribirla al final?

Espero os haya gustado el capítulo, y si es así, votad y todo eso. (Si, RE VAGA XDD)

¡Nos leemos!

Se despide,

                        Pik4M


Querido lunes cualquieraWhere stories live. Discover now