Capitulo 4- El trabajo

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Cuando iba en el coche al principio se me pasaron millones de cosas por la cabeza, había empezado a sudar como nunca, y si me había metido en un coche de un secuestrador, violador o quien sabe, tenía que haber indagado más antes de hacer esto de un día para otro.

 

Y cuando paramos en un semáforo Daniel me miró.

-¿Que se te da bien?- Me pregunto.

No supe contestarle.

-¿Se te da bien escribir o fotografiar?-

-Escribir.- Dije, no es que fuera una super escritora, pero sacaba buenas notas cuando iba a clase en redacción.

-Bien.- Dijo sonriéndome. - Te meteré a escribir por ahora una columna de opinión.-

-¿Opinión, sobre que?-  Conteste.

-Por ahora sobre programas de televisión, ¿te parece?- Dijo sin apartar la mirada a la carretera.

-¡Si, claro!- Es algo que podía hacer, no parecía difícil.

-¿Que viste ayer en la televisión?-

-Las noticias.-

-Eso no vale, otra cosa.-

-Una película que echaron por la noche.-

-Hmm... bueno venga para ser la primera vez haz tu crítica sobre esa película a ver que tal se te da, pero la próxima vez tienes que verte programas y escribir algo destacable, ten en cuenta que me lo enviaras por e-mail a mi o al maquetador para que salga al día siguiente. -

-Si.- Conteste rápidamente, seguía pareciendo un trabajo fácil a pesar de todo.

 

Llegamos a la redacción, había mucha gente sentada delante de ordenadores trajeados y moviéndose de un lado para otro. Estaba dividido por secciones, Daniel era de la sección local del periódico, era todo sobre el distrito donde vivíamos, algo pequeño para un periódico supongo.

Daniel me enseñó más o menos como iba todo, me señaló el despacho donde estaba su padrastro, me hizo escribir un poco, y en resumen fue un buen día, me invitó a comer en un restaurante cercano.

Hablamos de cómo era el trabajo aquí, del sueldo, del contrato, por ahora era poco dinero, pero me dijo que si lo hacía bien no solo cambiaría de puesto, sino que también cobraría más.

 

Por ahora solo tenía que escribir un par de opiniones al día sobre algo de actualidad, mandarlas y estaría cotizando y cobraría cuatrocientos al mes, pero que debía  estar al día de todo lo que pasara en la programación local y nacional.   

 

La verdad es que Daniel me trato genial, hasta me llevo a casa en coche me dijo que no me hacía falta ir a la redacción que lo mandase por correo, y que si necesitaba cualquier cosa que le llamara, y que iremos hablando.

 

Daniel me había salvado la vida, no es que ganase mucho dinero pero ya no era ese estorbo que no aporta en casa, me sentía bien, escribía sobre programas de la televisión, me venía bien tener internet, me metía en foros de críticas y me veía también lo más destacado de los programas que no había visto, me parecía fácil, a veces aburrido de tener que mirar tanto contenido en una tarde, todos los días pasaba horas buscando y mirando contenido.

 

Pero lo malo de ese tipo de trabajo y de una nueva ciudad es que me estaba convirtiendo en una chica antisocial, no es que no me gustara la gente, pero no tenía con quien quedar, así que una tarde que termine pronto, bueno, me tire varias horas buscando contenido más o menos decente, pero que termine pronto, llame a Daniel para quedar y el acepto encantado, quedamos en el parque donde nos conocimos, era el único punto de referencia que tenía.

 

Cuando ya había preparado lo que me iba a poner, porque antes de meterme a la ducha me pase como quince minutos intentando buscar algo que ponerme, me pasa millones de veces tengo bastante ropa, de eso no me puedo quejar, pero nunca encuentro una combinación adecuada cuando es para algo muy concreto, ya sabía en lo que me iba a gastar el primer sueldo, que ya quedaba poco para que terminase el mes, me metí a la ducha y justo llamaron al timbre.

 

Yo me metí en la ducha sin darle importancia al fin y al cabo era poco probable que fuese para mi, y pasaron unos cinco minutos cuando alguien abrió la puerta del baño.

 

-¿Mary estas bien?- Me pregunto alguien desde el otro lado de la cortina.

Abrí un poco la cortina y era Daniel, estaba ahí de pie en mi baño mientras yo me duchaba, estaba guapísimo con una camisa blanca y unos vaqueros, me quede anonadada hasta que volví a caer en la cuenta de que estaba en la ducha.

 

-¡Que demonios haces en mi baño!.-

-Tu padre me ha dicho que quizás estarías durmiendo y me mandó subir arriba, y siendo sincero ahora me alegro de haberlo hecho.-

-¡Pero qué nariz...! ¡Sal de aquí ahora mismo!.-

Y según termine la frase el salio del baño riéndose, le iba a echar una bronca a mi padre por dejarle subir así sin más, además habíamos quedado en el parque, que hace aquí tan pronto. Y termine de ducharme lo más rápido posible.

 

Y allí estaba sentado en mi cama tan mono, pero era mi jefe, además no lo conocía mucho, solo quedaba con él para socializar un poco, ver otro ser humano que no fueran mis padres.

 

-¿Te has alisado el pelo? para que, si te queda muy bien ondulado.-

-Si, bueno, no sé.- dije mientras cogía mi bolsa con el maquillaje

-No te maquilles, así vas bien, vamos.-

Y me sacó de la mano de mi habitación, solo me dio tiempo a estirar el brazo y coger mi bolso.

-Vas muy guapa, ¿lo sabías?- Me dijo justo cuando salíamos por la puerta de casa.

Anestesia [SIN CORREGIR]  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora