31. Trampa Mortal. Parte 2

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31. Trampa Mortal. Parte 2

Mi cuerpo esta vez no sentía ese flujo de recuerdos, de emociones, eso que lo hacía tan placentero como esa vez que me mordio. Esta vez solo sentía el dolor de cómo mi vida se la llevaba él poco a poco y de cómo dolía los cortes de mi cuerpo, todo parecía multiplicarse por mil.

—Amor, defiéndete..—escuché muy dentro de mí. Era la voz de Louis a través de la conexión de los collares.

—No puedo hacerte daño a ti—dije con las pocas fuerzas que me quedaban.

—Si puedes, eres una alta sacerdotisa y puedes matarme si quisieses—sus palabras me dolieron. Yo no era capaz de matarlo, no después de todo lo que hemos pasado.

—No voy a matarte—apenas pude decir.

El dolor se iba intensificando poco a poco y no quería usar mis últimas fuerzas en gritar.

—No tengo control sobre esto, Rosalie. ¡Es muy difícil!—lo tenía más que claro, como también que no iba a atacarlo.

Estaba tan confundida y abrumada que me era imposible volver a escuchar a Louis en mi interior y yo tampoco podía hacerlo con él.

—¡LOUIS!—escuché muy a lo lejos.

Tras unas milésimas de segundo se quito un gran peso de encima, pero eso no alivianaba el dolor de aquel instante.

—¡Llévatela de aquí!—escuché que alguien gritaba.

—No creo poder aguantar...

—¡Si puedes!—volvió a gritar.

En ese momento sentí como me alzaban en brazos. Pero, no podía irme sabiendo lo que estaba pasando.

—Elena, no...

—¿Rosalie estás consiente?—me preguntó.

—Lo suficiente para calmar a Louis—le contesté.

Con dificultad aclaré mi vista y me coloqué de pie, al principio me tambaleé, pero Elena me sujeto.

Llevé mi mano a mi cuello y al verla estaba empapada en sangre. Volví a ponerla en el lugar de la mordida y ocupe un poco de mis energías para curar la herida.

No tenía las suficientes fuerzas para sanarla por completo, pero por lo menos hice que para de sangrar y que cicatrizara.

—Rosalie, no vengas...—decía Harry sujetando con todas su fuerzas a Louis contra el árbol. Mi pobre guardián parecía estar sufriendo de una manera aterradora, no podía permitirme que eso continuara.

Seguí acercándome hasta que llegué junto a los hermanos, Louis al notar mi presencia intento zafarse de los brazos de su hermano y atacarme, pero aún así no detuve mi actuar.

Puse mi mano derecha sobre la frente de Louis y allí dibuje un pentágono, el que poco a poco comenzó a resplandecer.

No tenía muchas fuerzas para hacerle daño a mi guardián con este poder, simplemente lograría que la oscuridad que lo invadió en ese momento se fuese de la misma manera en la que llego.

Parecía estar funcionando, ya que en cosa de segundos las expresiones de vampiros de él comenzaron a desaparecer, al igual que su expresión de dolor.

—Rose...—balbuceó dentro de unos segundos.

Detuve mi poder al notar que volvía a sí mismo, ya no era alguien de quien temer, era simplemente mi amor, mi guardián, mi vampiro, mi Louis.

Harry se alejó un poco de él y yo aproveché de abalanzarme sobre mi débil guardián, él cual se las arreglo para estrecharme tiernamente contra su cuerpo.

Ambos estábamos débiles y agotados, pero eso no quitaba el amor que sentíamos el uno por el otro.

Sentí la calidez de las lagrimas caer desde mis ojos, recorrer mis mejillas hasta caer al suelo. Pero, no era de pena, sino que era de emoción.

Habíamos superado quizás la prueba más difícil que nos había puesto la oscuridad de este mundo.

—¿Por qué no me atacaste?—me apretó más a su cuerpo.

—No puedo hacerte algo así a ti, no después de todo lo que hemos pasado—le dije llorando a su oído.

—Te amo con toda mi vida, Rosalie. Eres la persona más linda y pura que he conocido—me sentí tan feliz en ese momento.

—Tú eres todo para mí, Louis y te aseguro que jamás conocí a nadie como tú—rió ante mi doble sentido.

Acunó mi rostro entre sus manos y con lentitud acercó mi rostro al suyo para unir nuestros labios. Comenzó siendo suave, un simple roce de labios, pero no tardo en tomar más ritmo.

Llevé mis débiles brazos a su cuello y me acerqué más a su cuerpo.

Sus labios eran lo único capaz de matarme en vida, las sensaciones que implicaban el beso eran inimaginables, eran únicas.

Sentí la humedad de su lengua delinear mi labio inferior, poco antes de abrirse paso a mi cavidad bucal. La mía tampoco se quedo atrás y recibió la suya con la misma pasión con la que se movía y jugaba la de él.

No quería alejarme de él jamás, no los soportaría.

Yo a Louis lo amaba en cuerpo, alma y en todas las dimensiones existentes.

Nunca había sentido algo similar por nadie en el mundo entero y estas sensaciones no las cambiaría por nada.

—Tte amo, te amo, te amo—decía a través de la conexión.

Me causaba gracia el cómo aprendió a dominar de tal manera la conexión brindada por los collares de Claire.

Al quedarme sin aire, no me quedo más opción que separarme del pecado de sus labios y eché mi cabeza hacia atrás. Dejando que Louis siguiera besando mí oreja, cuello hasta llegar a mi clavícula. Luego, volvió al lugar de la mordida la cual lamió tan lentamente que me hizo gemir de placer, para después besar suavemente esta cicatriz.

No iba a negarle a nadie que tuve un poco de miedo de que volviese a morderme en ese momento, no creo que pueda soportarlo.

—Prometo que no volveré a hacerte daño—unió nuestras frentes.

—No te preocupes—le sonreí.

Permanecimos unos segundos en esa posición, mientras que yo me perdía en sus ojos celestes y embriagaba en su dulce aliento.

—Es mejor que volvamos a casa, el ambiente está volviendo a adoptar ese aire tenebroso de la oscuridad—comenté.

Regresamos los cuatro a la casa y como yo no me encontraba en mis mejores condiciones, Louis optó por llevarme en su espalda.

Mi rostro estaba apoyado en su hombro derecho y poco a poco me iba dejando caer a los brazos del dios del sueño, pero la verdad no deseaba dormir después de todo esto.

—Duerme, amor—me susurró Louis—Estás a salvo—aseguró.

—Gracias—susurré a su oído antes de cerrar mis ojos y aceptar el hermoso regalo brindado por los dioses, el poder dormir. Don que pocos valoran, pero que muchos debiéramos festejar, ya que es el único momento donde puedes dejar la realidad que muchas veces es dura y puedes ir a donde tú quieras, donde todo se puede hacer realidad.

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