Quinto Capitulo : Marianela 6

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 Los italianos tenían a su exclusivo servicio una lancha de la interisleña que un correctísimo muchachito muy delgado y servicial conducía para ellos en tan inusual horario. Ofreciéndoles incluso una prolongación del paseo por el Parana de las Palmas. Los europeos aceptaron y se fueron con él. Ahora que lo pienso ¿no sería el mismo chico que nos dejó en la otra isla? Puede que si, puede que no…suerte para él en todo caso. Ciaobello!

Con Teresa fue otro tema, verdaderamente llegamos a pensar lo peor otra vez. Los italianos fácilmente podrían haberla matado o llevado con ellos en un descuido nuestro; o su eterna añoranza por su madre tal vez la llevó hacer una locura para acompañarla en su eterno viaje en el Caleuche, como había intentado tantas veces en su primera juventud cuando los pescadores la confundían con la Pincoya al verla aparecer por la orilla tan hermosa con su cabellera rubia y su piel blanca arropada con finas algas marinas. Esa chica si que hizo su contribución para mantener vivas las leyendas chilenas, toda una patriota. Y cuando ya estábamos tristes y desconsolados de haber perdido a nuestra angelical hermanita la vemos en el noticiero. Titular de Cronica tv:

…”Termina milagrosamente la toma de rehenes en el convento de Monjas Alemanas Schonstatt…para parararara pa pa rrra ta, t ata, rrra tat ata…chan chan cha cha cha chachachan”….

Ahí estaba nuestra Tere entre las monjitas de Florencio Varela, no lo podía creer. Era comiquísimo, realmente esas monjas creían haber sido salvadas por un milagro del señor…” un ángel celestial vino a protegernos”…decían las viejitas. ¿Por qué será que tantos captores se suicidan? será el trabajo psicológico del mediador, la mala vida, el entorno… una carga muy difícil de llevar…ay! Dios esta Teresa y sus cuentos de angelitos negros…siempre me hacen reír.

Fui por el coche y manejé sin pausa hasta Varela donde la encontré tomando té placidamente entre un cotorreo de monjas alegres que le convidaban pastelitos de finas hojuelas cual masa filo, strudel de manzana, tartas, tortas y demás exquisiteces que solo una monja puede preparar. Ellas si que son reposteras ¡posta, posta!...pero ojo con el pecado de gula ahí ¡Ojo al piojo, a portarse bien que los están mirando!

Con Tere devuelta en casa, ya estábamos todos y uno mas, Eric. Que me dio vuelta la casa en solo dos días. Ese chico era una amenaza con su pelota, un  artista del craquelado de macetas de barro y todos los días me regalaba una ramita de malvón, a veces con flor a veces no…un dulce el nene con ese porotito que tenía por nariz y sus rulitos negros compraba a cualquiera.

Nahuel llamó a Cabello para encontrarse con él pero este le aseguró conocer los pormenores de su caso, no tener tiempo para formalidades y que ahora le habían asignado el caso de un paseante nocturno por los parques de Palermo, un hombre lobo y a este lo documentaba el solito, no aceptaría ningún expediente ajeno, este era su caso y él lo iba a resolver. Que tipo persistente! siempre metiéndose con alguien de la familia, che!... pobre Ignacio, menuda distracción tuvo que improvisar esa tarde para que después el tozudo de Cabello lo tenga entre ceja y ceja.

En el preciso momento en que sus mansas palomitas se lanzaban en una regata por el delta, llegaba la taquería en completo, ordenando sus filas entorno a un viejo Torino que apagaba el ronquido sordo de su motor al tiempo que exhalaba una densa nube de humo al bajarse una de las ventanas.

Al dispersarse la niebla que cubría a su ocupante, sus nervios le atizaron un choque eléctrico de decisión, al captar el celeste muñeca de un par de ojos que seguían la huella fresca de su mirada reciente. ¿las habría visto Cabello saltar sobre la lancha?

 Todo el auto se sacudió con el bramido ronco de un gruñido. Impulsando todos sus músculos y huesos hacia un cambio mientras sus brazos atravesaban el cristal delantero del automóvil. Apostando a todo o nada que los sabuesos correrían tras el zorro, desactivando todo olfato de buen investigador sagas. Desestimando las claras pistas que les aguardaban sobre el tapizado, claro que no sé en qué condiciones habrá quedado ese viejo título de propiedad. Jirones, hilachas, tiras de papel arañados por las garras de un lobo furioso. Difícilmente guiaran a nadie más a ese maldito rincón del delta.  Pero que fácil se hizo carne en ese cazador el ansia voraz de una nueva pieza.

Volcanes y RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora