XXIV - La Búsqueda

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Por la mañana, mientras desayunaban, la pareja habló sobre el viaje a Planet Vida. De repente, Nícolas sintió algo extraño y miró al techo, luego a las paredes.

— ¿Qué pasa, Nícolas? — ¡Dios mío! ¡Siento otra presencia cerca de nosotros! Veo un embrión en tu mente. Ella puso la mano sobre el vientre. — ¿Pero, cómo? Tú aún no sabes usar la telepatía. — Tíbor está enseñándome y creo que el chip que me implantasteis ya está funcionando bien. Zara se sorprendió. — ¿Estás embarazada? — Te lo iba a contar, pero no sabía cómo. Nícolas se llevó las manos a la cabeza. — Esto no debería ser posible. Yo soy un humano y tú, videana... — Nick, hay una cosa más que debes saber: nosotros no somos una especie totalmente diferente. Somos humanos también. Ya te lo dije.

— ¡Si! ¡Yo me acuerdo!

— La probabilidad de compatibilidad genética es muy baja, pero no es imposible. Yo ajusté algunos de mis óvulos para aumentar las posibilidades.

— ¿Y cómo será su apariencia?

— La dominancia genética de los seres híbridos es de los homosapiens y la niña se parecerá a ti. Pero entiende, era sólo un plano de contingencia, para el caso de haber algún accidente.

— ¡Bonito plan! En pocos días, vuestra ingeniería genética ya sabía que sería una niña y yo, un mero objeto. Fue por eso que te abalanzaste sobre mí desde el principio. Para ser usado como un animal reproductor, en caso de que no aceptara ir con vosotros. — Es verdad, Nick. Algo podría salir mal y recibí órdenes, pero yo no sabía que me iba a enamorar...

Se apartó de ella y la dejó sola.

— ¡Maldición! ¡Qué porquería! Nuestro amor no puede ser verdadero. Nunca podré conquistar a una mujer.

— ¡Espera Nick!

Ella se llevó una mano a la cabeza.

***

Merko y su equipo estaban en New York para intentar encontrar a Nícolas. Como el episodio encontrado en los periódicos había ocurrido en el Central Park, decidieron empezar sus búsquedas por allí. Todos estaban vestidos con una indumentaria que les haría pasar desapercibidos en medio de la multitud: vaqueros, chaquetas americanas y zapatos negros. Todas las informaciones sobre el vestuario de la época y del lugar habían sido obtenidas en el banco de datos de la nave.

— Comandante, tenemos que observar cómo viven aquí para poder trazar un plan de captura — dijo Crom.

— Sé que esta es tu especialidad y te confío la tarea — respondió el Capitán de la nave.

Pasaban horas en el parque todos los días, observando el movimiento de las personas con sus gafas infrarrojas, que mostrarían caso algún transmutado estuviese entre los transeúntes.

Después de varios días de observación, durante los cuales los hombres de Merko eran colocados en lugares estratégicos para obtener un mejor alcance y una visualización mejor del parque, localizaron a un hombre con la imagen roja demostrando calor y radiación.

Era la señal que ellos necesitaban para detectar a un transmutado.

El hombre observado, que entró en una tienda de alimentos, era Drako. Él miraba a todos lados y aunque estuviese usando sus gafas infrarrojas, no consiguió distinguir a sus perseguidores frente a una multitud.

Al mismo tiempo, los hombres del equipo Alfa Omega también estaban haciendo campaña en varios lugares de la ciudad, pero solamente el agente Netil poseía las gafas, un único ejemplar que había sido robado de Silion, el extraterrestre capturado años antes. Incluso usando ingeniería reversa no fueron capaces de copiar el equipamiento. De esa forma, el equipo Alfa Omega tenía mayor dificultad en la búsqueda por los alienígenas, pues con sólo un par de gafas, no podrían barrer un área muy grande y sería necesario entonces esperar algún evento extraordinario que revelase la presencia de los visitantes del espacio.

De lejos, Crom siguió a Drako por varias manzanas, teniendo bastante cuidado para no ser visto. Percibió que el blanco también portaba las gafas y tuvo que ser muy cauteloso en su persecución. Aún oculto, vio a Drako entrar en un edificio, probablemente el apartamento donde él y su equipo estaban escondidos.

Crom se reportó a Merko, informando sobre la localización. Después de una breve reunión, durante la cual un extraterrestre continuó acechando el edificio, ellos decidieron que lo mejor que podían hacer era observar aquel lugar día y noche, pues era ciertamente el escondrijo de Sivoc y, por tanto, encontrarían a Nícolas allí. Serían necesarias veinticuatro horas de vigilancia, para que todos los movimientos fuesen detectados y pudiesen trazar todos los detalles de la rutina de los habitantes del edificio.

Después de algunos días, ya sabían exactamente cuál era la rutina de cada uno de los miembros del equipo de la Science. Merko no quería esperar mucho más tiempo, pues sabía que en algunos días tendrían que atravesar el pasaje espacio temporal. Dejó a cuatro soldados vigilando a Sivoc, Drako y Zara; decidió que invadiría el almacén donde estaban Nícolas y Tíbor, junto a Crom y dos soldados más al día siguiente.

Merko se incumbiría de Tíbor; Crom y los otros dos cogerían al muchacho y Sánchez. Los cuatro soldados aprisionarían a Sivoc, Zara y Drako. Solamente Sivoc daría un poco de trabajo ya que Drako era ingeniero y Zara, médica. En cuanto a Tíbor, aunque fuese valiente era presa fácil para Merko. La estrategia de ataque estaba trazada.

Por la mañana, empezó el movimiento de captura. Merko y Crom fueron con dos hombres al almacén. Los cuatro soldados salieron del furgón negro del otro lado de la calle donde quedaba el apartamento de Sivoc y se preparaban para la invasión cuando el agente Collin les avistó con sus gafas. Cuatro puntos irradiando una luz roja andando en plena Gran Manzana fue lo que él vio.

— Señor Steighem. Están aquí. Acabo de reconocer a cuatro de ellos.

— Entendido agente Netil. Voy a enviar el equipo de capturas lo más rápido posible.

Un teléfono rojo sonó en la mesa de Secretario de Seguridad de los Estados Unidos en Washington D.C.

— Señor aquí habla el Agente Steighem del equipo Alfa Omega.

— Para usar esta línea el asunto debe ser muy importante.

— Sí señor. Conseguimos identificar extraterrestres en New York y tenemos que actuar rápido. Necesito su autorización para usar las fuerzas especiales.

— Concedida. Llamaré inmediatamente al General del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas. En breve él entrará en contacto.

Un avión levantó el vuelo de la Base de Los Ángeles llevando al Agente Ronald Steighem, y varios equipos militares se desplazaron a New York.

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