Capitulo 8

39.6K 2.7K 174
                                    

Jamás creyó que una cama podía ser tan cómoda. Aquel no era un hotel cinco estrellas, pero sin duda no era el antro en el que habían pasado la noche la otra vez. Las sábanas estaban limpias y aunque eran algo ásperas, tenían un rico perfume a jazmín. Natalie durmió toda la noche de corrido. Era tal la profundidad de su sueño que tuvo algunos muy locos, la mayoría relacionados con Anthony y con las últimas cosas que habían vivido. Y por esa misma razón, no se despertó ante el movimiento que realizaba el vampiro en el cuarto por la mañana.

Anthony apiló los billetes que había robado, uno encima de otro en orden de valor, por lo que él suponía; se guiaba por los números. Agradeció de todo corazón que la chica aún no hubiera despertado, porque necesitaba unos cuantos momentos para pensar y calmarse, sin discutir con nadie.

Apenas al amanecer, bajó a la recepción del hotel para pedir un mapa. Lo más que pudo conseguir fue uno pequeño, que apenas mostraba aquel pedazo de país a los alrededores de la ciudad. Preguntó dónde estaba el puerto más cercano para poder salir de Inglaterra y lo que recibió como respuesta fue que había a cientos y cientos de kilómetros, pero que el aeropuerto más cercano estaba en Londres, a 60 kilómetros de allí.

No comprendió, claro, a que se refería con aeropuerto. Solo entendió que un aeropuerto lo sacaría de Inglaterra y era más cerca que el puerto. No pensaba cargar con Natalie hasta el océano. La recepcionista del hotel le marcó en el mapa las rutas más accesibles para llegar a Londres pero, claro, se refería a rutas humanas de vehículos automotor.

Lo sobrepasó durante media hora y llegó a la conclusión de que lo mejor era conseguir uno de esos raros y veloces vehículos para llegar más rápido a Londres y ahí largarse a donde aquel molesto cazador no lo encontrara. Lo mejor de ese transporte era que en él su olor se perdería y sería más difícil rastrearlo. Miró a la chica que, justo en ese momento, se giraba en la cama. Consultaría después con ella la mejor manera de moverse en aquel mundo nuevo y moderno.

Se paró y separó varios billetes del montón. Pagaría la noche del hotel, así cuando Natalie se despertara solo les quedaría marcharse. Salió del cuarto, rumbo a las escaleras. Bajó, siempre tranquilo, hasta que una voz en el primer piso lo descolocó.

Era una voz arrastrada, seca.

—Dígame, señorita, ¿no ha visto por aquí a dos jovencitos? Una chica de unos diecisiete años, pelo largo, flequillo, oscuro —preguntó el hombre, con un tono de alegría. Parecía que quería flirtear con la pobre recepcionista—. Un chico de ojos claros, cabello oscuro también, más o menos...

Anthony salió corriendo escaleras arriba antes de que el hombre dejara de hablar, alertado por el olor de vampiro. El maldito cazador los había encontrado.

Casi pateó la puerta del cuarto y alzó a Natalie de la cama, que se había despertado bruscamente por el portazo.

—¿Qué... qué sucede? ¡Oye!

No le prestó atención alguna Tomó el dinero, los zapatos de la chica y corrió hacia la ventana.

—¡Anthony! ¿Qué pasa?

—¡Nos vamos!

El chico abrió la ventana y apenas si miró la vegetación del parque de la casa de al lado. Saltó y se echó a correr por entre las plantas hasta llegar a una pared y volvió a atravesarla de un salto.

No paró de correr ni cuando estuvieron a cuadras y cuadras de distancia, y hasta ese momento tampoco le había explicado a Natalie que era lo que sucedía. Pero la muchacha dedujo por si misma que algo malo pasaba.

Salieron de esa pequeña ciudad en menos de tres minutos y fue ahí cuando Anthony clavó los zapatos en la tierra. Miró la carretera, por la cual circulaban varios camiones

Mi príncipe vampiro [Version2013/borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora