Capítulo 3

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III

El lunes, cuando Luis regresó al trabajo, recibió una llamada de atención de su jefe, Roberto Morales, por ausentarse la tarde del viernes sin avisar. La explicación de Luis para excusar su ausencia se apegó mucho a la verdad aunque no fue lo suficientemente explícito: «De repente comencé a sentirme mal», dijo, pero no especificó que se había sentido así por la vergüenza que le produjo la humillación que recibió. Morales aparentó ser comprensivo, quizá apreciaba a Aldana por la excelente forma en que se desempeñaba en su trabajo.

—Por cierto —dijo Morales justo cuando Aldana se disponía a abrir la puerta para salir de la oficina—, escuché rumores que recibió reclamos del compañerito Rodas. Si le sirve de consuelo sepa que usted no fue el único que tuvo que pasar más de algún trago amargo con este personaje, clásico bocaza que se cree influyente. Vaya episodio el que me dio. ¡Je!, hasta en ese momento me di cuenta que había olvidado un detalle del consejo sobre el mejor momento para hacer despidos que leí la otra vez en una de esas revistas para empresarios, ¿lo ha escuchado? —Luis aspiró y negó moviendo la cabeza—. Bueno, en un supuesto estudio psicológico se determinó que el mejor momento para despedir a alguien es el viernes, al final de la jornada laboral, que es cuando la gente está más cansada y relajada, por ende hay menos probabilidades de que armen un escándalo. Yo me acordé de hacerlo viernes pero cometí el error de haberlo hecho a primera hora. En fin, ¿qué más da?, un incompetente menos siempre es algo positivo. ¡Ejem! Le pediré a recursos humanos que encuentren un reemplazo para Rodas lo antes posible, y cuando lo consigan hablaremos, ¿le parece?

—¡Claro! —Aldana miró a su jefe en silencio por unos segundos como a la espera de algo más; Morales, sin decir nada, se puso a hacer anotaciones sobre una hoja de papel—. Entonces… si no se le ofrece algo más, me retiro…

—Ah, espere, una cosa más: la próxima vez que sufra de algún quebranto de salud tenga la confianza de informarme debidamente, aquí no somos explotadores, pero si la gente nos juega la vuelta eso puede dar lugar a malas interpretaciones, ya sabe, de las que solo se resuelven con una llamada a mi oficina un viernes por la tarde, cerca de la hora de salida. ¿Me explico? Gracias, Aldana, eso es todo.

El resto del día, como el resto de la semana, Luis se enfrascó profundamente en su rutina laboral. Se desempeñó con mayor vehemencia que nunca, pues así mantenía la mente ocupada y le restaba atención a las miradas de desprecio de sus compañeros y a los rumores que escuchaba, aún relacionados con el despido de Daniel, los cuales le crispaban los nervios. Cuando llegaba a su casa su rutina continuaba: comía lo primero que encontraba, miraba televisión hasta que se aburría y luego, si no tenía un buen libro para leer, se metía a Internet a ver pornografía para masturbarse hasta que el sueño lo dominaba. Su rutina lo mantuvo tranquilo, de nuevo tenía relativa paz, pero todo se alteraba cuando recordaba su soledad pues eso lo hacía pensar en las muñecas que había visto.

La semana siguiente Luis fue convocado una vez más a la oficina de Morales. Al entrar sintió un vuelco en el corazón, como si algo malo fuera a suceder, al ver a una mujer de cabello castaño rizado vestida formalmente. Tenía una tez clara, facciones finas y unos ojos grandes y verdes que rutilaban de sensualidad y quizá hasta de inteligencia.

—¡Buenos días, Aldana! —saludó efusivamente Morales cuando vio al empleado asomarse por la puerta de la oficina—. ¡Vamos, entre! ¿O piensa quedarse ahí parado todo el día?

—Perdón por la interrupción. —dijo Luis, mientras entraba, evitando mirar a los ojos a la hermosa chica quien se puso de pie cordialmente y se le quedó mirando con curiosidad y entusiasmo.

—Aldana, le presento a la Señorita Natalia Estrada —dijo el jefe haciendo un ademán con dirección a la susodicha; luego la miró a ella y señalando al programador continuó—: y este es Luis Aldana, el buen muchacho del que te hablé.

La Muñeca (primeros tres capítulos)Where stories live. Discover now