Capítulo 7

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—Buenos días, querida.

La señora Johnson, la madre de Trevor estaba desayunando y hablando por teléfono, pero igual se tomó su tiempo para saludarla con una sonrisa radiante.

—Buenos días, señora Johnson —Ari le sonrió, un poco extrañada por la expresión de total felicidad de la mujer y pasó a su lado para servirse una taza de café de la cafetera ultra moderna que tenían en la casa.

Katherine siguió hablando por teléfono un minuto más y cortó.

—Oh, mi esposo, siempre ocupado, si no lo presiono es capaz de perderse la boda. Ya se había olvidado, ¿puedes creerlo?

Ari alzó las cejas y soltó una risa. —La verdad es que sí, ahora sé de dónde lo ha heredado Trevor.

—Sí, pero para eso estamos las mujeres ¿no? Sé que mi hijo es un poco difícil, pero tú pareces del tipo que puede llegar a controlarlo. Además me agradas mucho más que la anterior, Kassie no era mala, pero le hacía falta algo, no lo sé. Quizá era demasiado parecida a él.

—Kassie sigue siendo su asistente, señora. Ya le dije que soy solo una suplente hasta que ella pueda volver.

La mujer sacudió una mano restándole importancia y volvió a sonreír como lo había hecho antes. —Yo no hablo solo de trabajo. Los vi anoche.

Ariadne retrocedió tanto que tuvo que sujetarse del borde del desayunador para no caerse del taburete. Katherine disfrutó al verla tan sorprendida, Ari se dio cuenta que con eso, que no fue más que por sorpresa, había dado a entender otra cosa.

—Ay señora Johnson, no es lo que usted piensa.

—Dime Katherine, por favor. Y no te preocupes, no tienes que darme explicaciones.

—Es que no lo entiende. Su hijo —dijo apretando los dientes. "su hijo es un irresponsable, imprudente, engreído y arrogante imbécil", pero no lo hizo—. Su hijo llegó anoche muy ebrio, lleno de olor a humo y casi sin poder sostenerse. Aunque no sé cómo logró llegar hasta aquí caminando desde donde sea que había estado. Y tuve que ayudarlo a subir las escaleras para llegar a su cuarto, y allí fue muy...

Grosero no era la palabra adecuada.

Katherine soltó una risa antes de que ella pudiese completar su frase. —Ay, pobre niña. —Enseguida hizo un mohín—. Y yo que ya tenía esperanzas.

—No fue nada gracioso. Y no entiendo porqué se fue a beber así, se suponía que iría a la casa de su primo para consultar su opinión sobre un nuevo distribuidor. No quiero ser indiscreta, ¿pero su hijo es alcohólico? —Inquirió acercándose a ella y bajando la voz.

La expresión de la mujer cambió.

—No, no es eso. ¿Dices que fue a casa de James? —Ari asintió—. Entonces es eso. Verás, él y Olivia tienen un pasado. ¿No sabes nada sobre eso?

¿Trevor y Olivia? Ella había visto algo extraño, más en él que en ella, pero no habría imaginado algo así. Era la esposa de su primo después de todo.

—Oh, no. ¿Piensa que algo ocurrió anoche?

Kate suspiró. —No lo sé. No lo creo, Trev ya no es el mismo, no creo que hayan tenido problemas. Pero hay mucha historia detrás de esto, Ariadne, no es tan sencillo.

—Comprendo —asintió y no dijo nada más con la esperanza de desviar el tema. Se sentía mal hablar de él a sus espaldas.

Afortunadamente la tía de Trevor entró en la cocina y las dos mujeres comenzaron a programar lo que harían en el día. Al parecer tenían más visitas que hacer y regalos que repartir, aunque en la mayoría de las casas que nombraban siempre había alguien de quién tenían quejas.

Lo que ocultan las cerezasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora