Aeropuerto

2.6K 229 64
                                    




Si bien Violeta se preocupó un poco al notar que Chiara no respondía sus mensajes ("osita, ya me he subido al avión!", "el viaje se me está haciendo muy aburrido sin tus preguntas como la otra vez" y "la siguiente parada es Mahón"), asumió que la menor estaba de camino y que por algún motivo no estaba revisando su teléfono. Bien que podría reclamarle en cuanto se encontraran en tan sólo unos diez minutos, porque sí, faltaban sólo diez minutos para llegar al aeropuerto, y Violeta estaría mintiendo si dijera que su corazón no se aceleró un poco al pensar en eso.

(Tal vez más que un poco. Tal vez demasiado).

Ante el silencio de Chiara, no le quedó más remedio que pasar los últimos minutos del viaje nada más anticipando el encuentro, imaginándose todas las formas posibles en las que podría ir. ¿Estaría bien si abrazaba a Chiara cuando la viera, o sería demasiado? Tenía muchas ganas de abrazarla, pero tal vez Chiara no era de las que abrazaban y lo último que Violeta quería era incomodarla la primera vez que se vieran. Sin embargo, creía que saludar sin un abrazo sería muy frío, y Chiara Oliver era de todo menos fría; Violeta se la imaginaba igual de cariñosa que un cachorrito, en busca de atención constante.

Por más vueltas que le dio al asunto en esos diez minutos, cuando el avión comenzó a aterrizar ella aún no sabía si saludar a Chiara con un abrazo o no, y no tuvo mucho más tiempo para pensarlo porque entonces el avión se detuvo. Tampoco lo pensó mientras se levantaba de su asiento para coger su bolso y caminar hacia la puerta del avión, mucho menos cuando bajaba; estaba segura de que si se permitía pensar en eso iba a ponerse realmente nerviosa y sería una cuestión de segundos para que comenzara a gritar como una loca en medio del aeropuerto. Si daba un espectáculo así, terminaría conociendo a un doctor psiquiatra y no a Chiara, y ese no era el plan.

Así que ahí estaba, caminando hacia la zona de llegadas, obligándose a regular su respiración, pidiéndole a su corazón que dejara de latir tan rápido, rogando que las mariposas que habían anidado en su estómago desaparecieran antes de que se encontrara con Chiara. Se iba mordiendo el labio mientras miraba hacia todas partes buscando a Chiara con la mirada, sintiéndose más y más nerviosa con cada paso. ¿Por qué había pensado que esa era una buena idea, en primer lugar? ¿Realmente había creído que sería fácil encontrarse frente a frente con aquella chica que lograba acelerar su pulso a kilómetros de distancia, a través de un teléfono? Qué ilusa había sido.

Qué raro que no esté aquí ya, pensó una vez cruzó las puertas del duty free y el tumulto de gente se disipó. A pesar de sentir mariposas literalmente devorando poco a poco su estómago, debía admitir que le causaba un poco de decepción que la chica no hubiera llegado antes que ella. Una de las versiones que había proyectado en su mente se parecía a los encuentros de película, con ella cruzando las puertas de la zona de llegadas y Chiara corriendo en cámara lenta hacia ella para saltarle encima como un koala trepándose a un árbol. En esa versión Chiara era una gran fanática de los abrazos, claro, pero no había rastro de Chiara, así que se resignó a descartar esa opción y a esperar.

La hora era 16:03 según su teléfono y el reloj del aeropuerto. Chiara estaba atrasada por trece minutos, aunque para Violeta ya había pasado medio siglo desde que había llegado. Por inercia revisó la conversación de Whatsapp con la menor esperando un "llegaré tarde", "espérame", "estoy de camino" o cualquier otra cosa que pudiera tranquilizarla, pero Chiara seguía sin leer sus mensajes, y ella seguía esperando en aquel lugar desconocido. Violeta podía comprender que la chica llegara tarde, lo que no entendía era que no la estuviera avisando. ¿Y si le había pasado algo en el camino? ¿O tal vez había salido sin su teléfono? A lo mejor tenía la batería agotada... ¿o la había dejado plantada?

-No puede ser eso -soltó en voz alta apenas el pensamiento cruzó por su mente, negando con la cabeza-. Chiara no haría eso.

Porque Violeta estaba segura de que Chiara no haría eso. Aquella niña inocente y dulce nunca haría algo tan desconsiderado, ¡si le pedía disculpas cuando le hablaba en horarios de clase! No había forma de que la hubiera dejado plantada, pensarlo era ridículo. Pero por otra parte... era posible que le hubiera pasado algo y por eso estaba tardando tanto, y pensar algo así daba miedo, mucho miedo. Ante esas dos posibilidades, Violeta prefería medio billón de veces haber sido plantada; era mejor saber que Chiara estaba ignorándola a salvo en su casa antes que en peligro por tratar de llegar a ella, por mucho que le doliera la mera idea.

Número equivocado! (KIVI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora