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DESAYUNO

El día era tan caluroso que podía sentir como mi piel ardía bajo la luz del fuerte sol pero ese no era el dolor que me importaba, era otro mucho más grande que no sentía aún pero que sabía que iba a sentir.

Estaba al frente de una cueva, una grande y con aspecto espeluznante. No quería entrar, no quería hacerlo, sabía que podía morir o ni siquiera sobrevivir al primer día pero en serio no quería hacerlo.

Empiezo a ver a mis alrededores y habían personas con vestimentas extrañas pero podía ver que todas tenían una piel un poco oscura, estaban descalzos y podía sentir sus ojos en mí así yo no pudiera ver sus rostros.

Me encuentro con el único rostro que puedo ver bien. Sus ojos verdes estaban rojos, como si hubiera llorado un buen rato.

- Mami -mi voz estaba temblando. Miro a mi madre que estaba lejos de mí mirándome con una cara de preocupación. Ella también tenía miedo, ella también sabía a lo que me iba enfrentar allá adentro- Mami no quiero entrar, tengo miedo -digo ya casi con los ojos llorosos y sentía como mi cuerpo empezó a temblar, esto no estaba bien.

- Lo siento -Susurra mi mamá dejándome entender que no podía hacer nada. Estaba ahí, mirando como su hija iba a la boca del lobo.

Una señora de una edad avanzada se interpuso entre nosotras. Su rostro era borroso para mí pero empezó hablar.

- Recuerda, son solo siete días, aquí estaremos para esperarte mi pequeña guerrera -Me acaricia la mejilla, intentando calmarme pero era inútil.

Únio mi mano con la suya para después acompañarme a dentro de la cueva. Al llegar, hablo de nuevo- Recuerda que sangre es la que llevas por tu cuerpo, no nos decepciones. -las palabras fueron fuertes y a la vez dolorosas, quería que me sacara de aquí.

Se fue alejando hasta quedar afuera de la cueva. Unas personas empezaron a cerrar la cueva con una roca gigante y lo último que empecé a ver fue a mi madre con una lágrima en el rostro.

- Mamá... -Empecé a decir, repitiéndolo cada vez más antes de que la roca cerrara la cueva— ¡Mamá! ¡Por favor! -la angustia y el desespero se empezó apoderar de mi pequeño cuerpo- ¡Mamá! -.

— ¡Mamá! —Me levanté exaltada y con el corazón acelerado, Mire a mi alrededor y estaba en mi cuarto. ¿Otra vez ese sueño?, Puse mis dos manos en el rostro para dar un largo y lento suspiro. Al darme cuenta que fue una pesadilla más, mi respiración empezó a estar normal de nuevo. Dirijo mis manos a mi cuello y puedo sentir como estaba mojada, había sudado pero se sentía frío.

- ¿De nuevo la misma pesadilla? -La voz gruesa de mi hermano mayor me hace mirar un poco alterada hacia la puerta- No dejabas de gritar como la anterior vez —.

Era cierto, no era la primera vez que soñaba eso. Ya desde hace un buen tiempo tenía la misma pesadilla y eso me preocupa. No sé si sea algún tipo de señal pero intentaba no darle importancia.

Quito la cobija para ponerla a un lado y sentarme en el borde de mi cama. La cabeza empezó a darme un par de puntadas y el dolor se apodera unos segundos de mí para después poner mis manos sobre esta.

— Solo fue una pesadilla Thom, no te preocupes —Mi voz era soñolienta y un poco ronca, quitó mis manos de mi cabeza evitando el dolor y miró a mi hermano— ¿Qué hora es? —Preguntó para cambiar el tema.

— Las seis de la mañana, es hora que te vayas alistando. Nuestros padres nos quieren a las siete y media en el comedor para desayunar —Su voz era demandante, igual a la de papá. Son tal para cual.

ADDICTED BROWN EYES M.R.Where stories live. Discover now