- ˗ˋ ୨¿Pololiemo$?୧ ˊ˗ -

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notita elita navideña: nuevamente vengo con el recordatorio de que estos capítulos no influyen en la trama original de la historia, es decir, no cuentan como un capítulo o sucesos ocurridos dentro del mismo chilensis. Aún así, cronológicamente —para mí—, este capítulo estaría ubicado después del primer beso entre la Ángela y el Dylan —justo en esas semanas que se distancian porque ella cree que a él le gusta la compañera—.

‧̩̥·•̥̩̥͙·‧̩̥‧̩̥·•̥̩̥͙·‧̩̥‧̩̥·•̥̩̥͙·‧̩̥‧̩̥·•̥̩̥͙·‧̩̥‧̩̥·•̥̩̥͙·‧̩̥‧̩̥·•̥̩̥͙·‧̩̥‧̩̥·•̥̩̥͙·‧̩̥‧̩̥·•̥̩̥͙·‧̩̥‧̩̥·•̥̩̥͙·‧̩̥

santa doesn't know you like i do ~ Sabrina Carpenter.
Ángela

¿Por qué chucha a toda la gente se le ocurre salir con sus parejas en navidad y restregarme en la cara que nunca voy a tener algo tan estable y lindo como para pasar las fiestas así?

Me quedé pegada mirando a una cabra que estaba comprando en el líder con su pololo y, por lo que escuché, estaban en la misma misión que mi mamá y yo: comprar para la cena de noche buena.

Porque las lindas siempre compramos el mismo día, cuando ya no queda nada.

—¿Hija, podí ir a sacar unos chocolates, por favor?—despabilé cuando escuché la voz de mi mamá.—Unos diez.

—Sí.—asentí rápido y empecé a caminar por los pasillos del líder en busca de chocolates. Cuando llegué, de manera gratuita, un recuerdo se me vino a la cabeza.

"—¿Por qué presiento que me vai a dejar la cagá en la vida?

—No es eso lo que busco.

—¿Qué buscai entonces?

—Por ahora, ser tu amigo."

Mentiroso culiao.

Saqué unos chocolates trencito, mientras me puteaba mentalmente por seguir pensando tanto en el Dylan. Y, por sentir que realmente me había enganchado sola.

Tomé mi celular y, como por arte de magia, empezó a sonar. Cuando vi el nombre del Dylan iluminando la pantalla, sentí mi pobre corazoncito saltar en mi pecho. Y, nuevamente tenía dos opciones:

1. Contestarle, desearle una feliz noche buena y olvidar por unos segundos lo que siento por él.

2. Dejar que suene.

Lamentablemente, opté por la segunda. Lo cual no fue muy conveniente, porque a penas me guardé el celular en el bolsillo y me giré sobre mis talones para salir del pasillo, mis ojos se encontraron con los del cabro que estaba al otro extremo.

—¿No me vai a contestar, princesa?—alzó una ceja y empezó a caminar en mi dirección, hasta que quedó al frente mío. En ese momento, me di cuenta que tenía rota la comisura de su labio y sus ojitos medios tristes.

Querido Viejito Pascuero...Where stories live. Discover now