Capítulo 9

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Secret Omega

Cuando Louis abrió los ojos por la madrugada se dio cuenta rápidamente de que no estaba en su cama y de que había demasiado silencio alrededor. Se sentó despacio y pronto se ubicó en el sofá de la oficina de Harry, donde se había quedado dormido horas atrás. Somnoliento y todavía sintiendo el cansancio en su cuerpo, dio una mirada alrededor y notó que la habitación era iluminada solamente por la computadora que estaba encendida en el escritorio donde Harry tenía recostada la cabeza, profundamente dormido.

Louis se levantó con lentitud y caminó hasta Harry, seguramente en esa posición el alfa estaría muy incómodo y adolorido después, por lo que encontró adecuado despertarlo. Miró en dirección al ventanal del edificio y notó que las estrellas aún seguían brillando en el cielo nocturno. Bostezó y miró la hora en la computadora, las cuatro de la madrugada.

—Harry —llamó al alfa por lo bajo mientras le apartaba el cabello del rostro, al no obtener respuesta le sacudió levemente por el hombro—. Harry... Despierta.

Después de un par de murmullos, el mayor abrió los ojos. Al escuchar la voz de Louis se incorporó de inmediato, sintiéndose desorientado y algo aturdido.

—¿Qué ocurre? —levantó la cabeza buscando su mirada, la angustia le invadió un poco—. ¿Estás bien? ¿Pasa algo?

Louis volvió a bostezar y negó con tranquilidad.

—Es tarde. ¿Aún no puedes irte a casa? Te has quedado dormido y yo también.

Harry parpadeó, pronto sus sentidos se aclararon y al asegurarse de que Louis estaba bien y nada malo sucedía, frotó con cuidado sus ojos.

—¿Qué hora es? —preguntó, miró la pantalla del computador y se pasó la palma de sus manos por el rostro—. Supongo que no pasó nada importante. Iré a revisar, ya vuelvo.

Louis asintió y pronto vio cómo Harry se puso de pie para después salir de la oficina. Volvió a sentarse en el sofá y se acurrucó en la manta mientras luchaba por mantener los ojos abiertos, pues el sueño le hacía casi cabecear. Sabía que no había motivo para que estuviera ahí, pero había sentido necesario acompañar a su mejor amigo. Era bien sabido que en la compañía del otro siempre estaban relajados y las cosas salían mejor, además de que realmente le preocupaba verlo alterado, por lo que quiso estar ahí.

Eran a menudo el apoyo del otro, los cimientos, el pilar, la base, lo que mantenía la estabilidad y tranquilidad en sus vidas.

Pensar que algún día no tendrían eso resultaba difícil y algo doloroso de digerir, pues habían aprendido a vivir su día a día en compañía del otro, pensar que en cualquier momento eso podría cambiar era simplemente... Aterrador. Pensar en la chica del supermercado, lo que ella dijo, la razón que tenía...

¿Qué haría Louis sin Harry?

La pregunta era siempre la misma y el temor a la respuesta lo había llevado a hundirse en la corriente del río al que él mismo se adentró.

Ahí, en esa oficina, con el silencio ocupando cada espacio, con una mente divagante y el sueño casi doblegando todos sus sentidos, por primera vez en muchos años, Louis se preguntó si Harry hubiera cumplido su promesa de acompañarlo por siempre sin importar qué.

El confiaba en Harry, confiaba en que su amigo jamás lo hubiese hecho a un lado por su casta, pero en aquel entonces cuando presentó su naturaleza había sido solo un niño lleno de miedo que estaba aterrado, confundido y lo único que quería hacer era llorar hasta el cansancio. Seguro que Harry lo habría querido, cuidado y protegido. Seguro que nada hubiera cambiado entre ellos, seguro que lo seguiría queriendo igual pero... Era demasiado tarde para querer enmendar su error. Se arrepentía demasiado, sí, y se sentía muy culpable por mentir cada día, también, pero no estaba dispuesto a arruinar mucho más de lo que ya había arruinado, simplemente había aceptado su castigo.

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