Capítulo 12

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Me quedo observando como el dios del trueno hace, de alguna manera, que aquella esfera que tiene en sus manos brille de esa forma tan hermosa.

Una luz azul saliendo de ella.

Trato de ver mejor lo que allá sucedía, pero, por la posición en la que me encontraba dentro del armario, no me era del todo posible.

Una vez Zeus devuelve aquella esfera a la caja de oro sobre su tocador, le veo dirigirse al baño y cerrar la puerta tras de él.

Yo espero uno cuantos segundos para acto seguido salir del armario con cautela.

Mientras el dios del relámpago está dándose un baño, yo, con las manos totalmente temblorosas; abro la bolsa de papel y tomo el pescado podrido entre mis manos.

Una ola de náuseas se apodera de mi cuerpo y hago una arqueada por la cual casi vomito en aquel lugar, pero me controlo y logro no hacerlo.

Acercando los restos del animal a la ropa del dios del trueno, empapo tanto sus camisas como sus pantalones con aquel líquido que desprendía del pescado... aquel líquido que emanaba ese olor inmundo.

A podrido.

Asegurándome de empapar muy bien toda y cada una de las piezas que había dentro del armario, vuelvo a meter el resto del animal dentro de la bolsa de papel y cerrarla.

Mis manos oliendo ahora a muerte.

Miro en dirección hacia donde estaba el baño, la puerta aún seguía cerrada. Además que todavía podía escuchar el sonido del agua corriendo, por lo que asiento, y una sonrisa se me dibuja en los labios al ver, que hasta ahora, mi misión iba viento en popa.

Acercándome a la puerta de la habitación de Zeus con cautela, giro el pomo de la misma, la abro y salgo de ella silenciosamente. Tratando de no hacer ningún tipo de ruido o sonido.

Una vez fuera de su alcoba, corro en la puntilla de mis pies hacia fuera de la residencia y siento como un peso se me quita de los hombros al salir por la puerta principal.

Miro los alrededores, no había nadie cercano que pudiese verme o ser testigo de tal artimaña que he cometido. Por lo que inmediatamente comienzo a correr hacia las alcobas de los residentes del Olimpo... donde estaba la mía también.

Pasando por un cesto de basura allá cercano a un jardín, lanzo la bolsa de papel en su interior y continúo mi andar apresurado hasta mi habitación. Me adentro en ella y poso mi espalda contra su madera, tomando un respiro.

Cierro los ojos por algunos instantes y solo pienso en que espero que nadie me haya visto... no quiero que Zeus se de cuenta de mi fechoría antes de que se coloque aquellas ropas inmundas.

De seguro se molestará muchísimo, tanto como para que al fin haga algo productivo e investigue para sacarme de su preciado Olimpo. O al menos, eso es lo que espero que pase.

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Luego de pasar aquel minuto de nerviosismo dentro de mi habitación, decido irme a la biblioteca del Olimpo a leer un rato; para despejarme la mente.

Además de que si Zeus sospechaba algo, la biblioteca sería mi coartada, y podía decirle que durante las últimas horas me las había pasado leyendo este buen libro de Aramis Wolfrahan de K.J. Padilla, por lo que éste no tendría nada en mi contra.

Sentada en un rincón de la biblioteca, leo aquel libro bajo la luz tenue de un candelabro. El silencio del lugar se sentía muy bien, además de que estar sola a veces, solo con mis personajes ficticios favoritos, eso me llenaba el alma de gozo y felicidad.

Zeus © Where stories live. Discover now