27. Distracciones.

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Emilia

—¡Matthews! —mire a la entrenadora

Grabe error.

Sentí a alguien chocar conmigo, luego caí al pasto.

—Maldición —cerré mis ojos

—Lo siento capitana, no fue intencional —escuche a Janet disculpándose

—A ver pendeja, dame la mano —escuche la molesta voz de mi mejor amiga

Tendí mi mano para que me ayudara a levantarme.

—¿Está bien capitana? —asentí

—Descuida Janet, sé que no fue intencional —escuchamos el silbato

—¡Tomen un descanso de cinco minutos!, iré a vomitar ¡Me duelen los ojos nada más de verlas!

Nos acercamos a las chicas cuando la entrenadora se alejó. Janet corrió con las demás, dejándonos a Eliza y a mi atrás.

—¿Puedo saber que te pasa? —negué

—No me pasa nada, ¿por qué?

—Por favor, Emilia. Soy tu mejor amiga, no has estado entrenando bien, y eso en ti es verdaderamente preocupante —rodé mis ojos—, al menos estás dando tu cincuenta por ciento en los partidos

Llegamos donde estaban las chicas, tome mi botella de agua y me tire un poco en la cara para refrescarme.

—¿Me vas a decir o seguiré preguntando?

—No me pasa nada Eliza, ya te lo dije

—Sí, pues no te creo —rodé mis ojos—, mira si esto es por el partido de inicio, Emilia ya pasaron tres semanas —tomé un trago de agua

—No es eso

—¡¿Entonces que es?! —sentí las miradas de las chicas encima de nosotras, Eliza sonrió

La tome del brazo y nos alejamos un poco de las chicas.

—Te digo que no es nada de qué preocuparse ¿de acuerdo?, por favor solo necesito espacio —bufo

—De acuerdo, pero si quieres hablar sabes dónde encontrarme —asentí

—Bien señoritas, regresemos

Seguimos a la entrenadora hacía donde estaban las chicas.

—¡Matthews abajo y dame veinte! las demás, a la cancha

No dije nada, sabía que me lo merecía por no estar entrenando bien.

Un largo rato después de que termine de hacer todos los ejercicios que la entrenadora me pidió y las chicas terminaran el partido de entrenamiento, volvimos a los vestidores.

Después de que salí de la ducha las chicas estaban riendo, vi a Eliza acercarse mientras guardaba las cosas en mi maleta.

—¿Puedo ir a tu casa?

—Claro

—Chicas, iremos a un bar ¿vienen?

Mire a Eliza que solo se encogió de hombros.

—De acuerdo

Tal vez un poco de distracción es lo que necesito. Eliza iba en mi auto, fui siguiendo a las chicas, según Eliza aún eran las cinco de la tarde, el entrenamiento sí que se había alargado.

Un rato después estando en el bar, las chicas hablaban de temas al azar —agradecía que no preguntaran por mi estado de ánimo—, me metía a su conversación de vez en cuando para no tener un ambiente incomodo con ellas.

Un juego a la vezWhere stories live. Discover now