4. ROY

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Capítulo 4

Dante me ha pedido que trabaje en el taller con uno de los vehículos que exportamos hace tres semanas. Es un Charger de 1969 al que se le ha dado mucho cariño y dinero para convertirlo en un auténtico antiguo. Mi hermano asegura que puede ganar la próxima carrera llevando a la bestia. Tres horas de modificaciones son suficientes para terminar en la pista y probar que tan duro puede rugir esta belleza.

— Dale con todo, Bennett — escuchó a Ozzie, quien está encargado de la pista y los alrededores.

Arrancó chillando las llantas buscando llegar al límite que necesitamos para poder ganar esta carrera. Siendo una de las carreras más importantes de la temporada, habrá competidores de todo el sur. Quienes buscan obtener el gran premio.

Para Dante era un poco más personal. Su creencia de que al ganar ese monto de dinero podía sacarnos del pasado difícil que hemos vivido para convertirnos en algo más grande, algo que realmente merecemos.

Para mi, sus sueños son una falacia de la que no va a ocurrir. Nos ganamos la vida haciendo cosas que no cualquiera se atrevería hacer, es por eso que somos conocidos, es por eso que nos hemos ganado el respeto.

Darle la oportunidad de ganar esta carrera, es como regalarle el mejor juguete en navidad. El lo desea con tanta fuerza que es inevitable no verlo.

El rugido del V8 enciende mi sangre como inyecciones en mis venas de adrenalina pura. La Bestia me pide más, así que le doy lo que quiere, presionando el nitro.

Escucho a Ozzie celebrar a través de la radio, que hemos llegado al límite. Hemos rebasado lo esperado y no es sorpresa, luego de haber pasado horas trabajando en la Bestia, no podía esperar más.

Reduzco la velocidad hasta llegar a la parada donde me espera Ozzie, aún emocionado, aplaudiendo cómo si fuera la mejor carrera que ha visto en su vida. Dejando el motor reposar salgo del auto y me acercó a él.

—Tremendo hijo de la gran puta, Bennett, esto es un puto récord— me dice aún entusiasta, mostrándome el cronómetro en el que marca un tiempo perfecto —. ¿Por qué demonios no eres quien va a correr? Eres mejor que Dante, los tiempos lo dicen todo.

Aunque corriera mejor que mi hermano, no sería capaz de quitarle esto.

—No estoy interesado en correr, Ozzie.

El castaño frunció el entrecejo y niega, incrédulo.

—¡Y una mierda! — ladra él, en completo desacuerdo —, Ustedes aman la adrenalina, ¡yo los he visto crecer en esta mierda!

Sonriendo palmeo su hombro.

Ozzie tiene razón cuando dice que nos ha visto crecer en este lugar, porque desde que tengo memoria la pista ha sido nuestro refugio. Cuando los puños ya no servían, apretar el volante y acelerar hasta que el resto del mundo se vuelve borroso, era la salvación.

—Déjalo ir, Ozzie — le pido, abriendo la puerta de piloto una vez más —. Esta vez será de Dante y tú no dirás absolutamente nada sobre esto, ¿entendido?

Veo su media sonrisa y su asentimiento acepta la derrota ante mis palabras.

No quiero opacar a mi hermano, ni tomar su lugar. Me apasiona correr tanto como a él, pero en ocasiones es necesario dejar pasar las oportunidades por el bien de la familia.

Luego de despedirme de Ozzie tomó rumbo a casa y en el camino me detengo a comprar comida. De regreso a la casa, Dante me envía un mensaje avisando que estará pasando la noche en casa de su follamiga, algo que no me sorprende.

CombustiónWhere stories live. Discover now