Por la Vida que Compartimos

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La primavera había llegado, las flores en el jardín de cierta casa comenzaban a florecer, y el aroma de estas se hacía presente en la habitación de cierta chica de cabellera roja con algunos mechones en color plata; Ikuyo Kita, quien se encontraba pasando ya por la tercera edad, se asomaba por el balcón a tomar aire de la nueva estación.

Esta época del año le daba recuerdos de su juventud, más importante, le hacían recordar a una chica que conoció en esta época del año, una chica la cual fue la persona más importante en toda su vida, aquella que le puso un anillo en el dedo anular hacía ya varios años; esa chica era Hitori Gotoh.

Estando en el balcón algo la hacía desear que Hitori saliera detrás de ella y la abrazara una vez más, que le diera un beso en la mejilla tal como comenzó a hacer tiempo después de que empezaran a salir, que la tomara de la mano y vieran el paisaje tal como acostumbraron desde que se mudaron aquí, pero nunca pasaba.

Bajo las escaleras hacia la sala, y como cada que pasaba por aquí, sus recuerdos hacían que quisiera encontrarla cuando bajara tal como paso en la preparatoria, y aun así siempre se sentía algo decepcionada de no verla ahí tocando como lo hizo tanto en sus años de juventud.

Preparaba su desayuno esperando que Hitori estuviera con ella ayudándola, aun si seguía sin saber cocinar del todo bien, o que cuando mínimo estuviera en la mesa del comedor esperando pacientemente. "¡Ya está listo estrellita!" "A-ah, ¡s-sí, gracias Kita-chan!", todos los pequeños intercambios se mantenían en su mente.

La primavera le había dado a Hitori, y era difícil no recordar el tiempo en que estuvo con ella.

El verano era un poco distinto; el primer verano que tuvo después de que la conoció no tuvo el tiempo para estar con ella, cosa que se aseguró de rectificar en cada verano consecuente pidiéndole una cita cada que tuviera la oportunidad. Al principio, se contuvo con tal que Hitori no se derritiera de tanto salir, pero con el pasar del tiempo noto que esta comenzaba a disfrutar más y más el tiempo que pasaban juntar, haciendo que estas se volvieran más frecuentes.

Una nueva cafetería había abierto, y aunque le comenzaba a costar caminar, Kita aún tenía toda la energía y las ganas de ver que tan bueno era el nuevo local.

En el camino Kita no pudo evitar notar todas las tiendas que había cerca, entre ellas, las tiendas de ropa eran las que más destacaban para ella. Su memoria se llenaba de aquellos recuerdos probando ropa con Hitori a su lado, si bien esta última no tenía la confianza para probarse tanta ropa como lo hacía Kita, y Kita estaría mintiendo si dijera que todos los atuendos que Hitori elegia eran lo mejor de la moda, le hacía feliz ver que Hitori comenzaba a tener más confianza a su alrededor, y ver que volverse en polvo apenas probase algo lindo era algo menos común.

A pesar de todo, Hitori seguía siendo Hitori, y no era rara la ocasión en que cuando saliera esta se escondiera detrás de Kita, incluso si con el pasar del tiempo Hitori se había vuelto un tanto más alto que ella. Desde que comenzaron a salir, ellas siempre salían tomadas de las manos, y Kita llegaba a sentir como la mano de Hitori temblaba cada que algún desconocido se acercara a ellas.

Entre tantas tiendas se encontró con una tienda de música, deteniéndose por un momento para ver las guitarras que estaban mostrándose justo en el frente de la tienda; un par de guitarras lado al lado. Años habían pasado desde la última vez que puso pie en una de estas tiendas, y aunque Hitori definitivamente prefería comprar sus accesorios en línea, no parecía molestarle entrar cuando estaba al lado de Kita aun si fuese solo para ver y aconsejar a Kita sobre lo que debería comprar. Entre tantos recuerdos, siempre recordaba bien una ocasión en que probo una guitarra acústica, y Hitori la veía de una forma que hacía que su corazón se acelerara.

Eventualmente, llego al café, haciendo su pedido como siempre lo hacía, y recordaba con ternura como Hitori solo decía "L-lo mismo que ella... p-por favor...", y ella siempre se encargaba de pedir algo que le gustara a Hitori cada que venía a una cafetería con ella.

El verano la acerco más a Hitori, y era fácil que su mente se llenara de tantos recuerdos de ella.

El otoño, por el otro lado, le recordaba al sueño que compartieron.

Kita se encontraba limpiando su casa, reordenando todas las cosas como mejor le pareciese, y entre todas esas cosas se encontraba una colección de discos, gran parte siendo de Hitori. De entre todos los discos que tenían, desde bandas populares a aquellas que conocieron durante su tiempo en Kessoku Band, era claro que los que destacaban más eran aquellos discos que ellas mismas lanzaron.

Viendo las listas de canciones detrás de los álbumes, recordaba todas sus sesiones de ensayo, aquellas que tuvieron entre clases, las que tuvieron cuando se quedaban en casa de la otra, los que tuvieron todas juntas como banda, y las que tuvieron en su nuevo hogar una vez estaban juntas.

Conciertos, giras, discos, e incluso competencias en que participaron pasaban por su mente; como brillaban en el escenario, los cientos de comentarios que llenaban sus redes sociales, la gente que gritaban por ellas, especialmente tras años tocando todas juntas, y finalmente como todas veían al horizonte cuando el momento de brillar había acabado.

Y con cierta ternura, recordaba la sorpresa de sus fans cuando revelaron al público que ella y Hitori estaban comprometidas, y los cientos de comentarios diciendo "Por supuesto que lo están" cuando Nijika y Ryo hicieron la misma revelación unos cuantos meses después.

El otoño le dio un sueño, una meta, y era imposible no recordar el tiempo en que brillaban encontrando dicho sueño.

El invierno era otra historia, pues fue en invierno la última vez que pudo ver a Hitori.

Ya no eran las chicas que eran cuando se conocieron, tampoco eran las jóvenes que fueron cuando estas decidieron compartir su vida juntas, ni eran las adultas en que se convirtieron cuando el sueño de Kessoku Band llego a su punto más alto.

El tiempo era algo con lo que no podían combatir, y en algún momento, iban a tener que decir adiós.

Unas lágrimas salían de Kita cuando despertaba y veía que Hitori ya no estaba ahí, recordando sus últimos días en que esta se veía notablemente enferma y sin energías para hacer nada.

Hitori ya había aceptado lo que iba a pasar, pero Kita no podía hacerlo, no estaba dispuesta a perder a la persona que más amo en toda su vida, y pensar en una vida donde ya no podría verla más la hacía llorar noche tras noche.

"Te amo, Kita-chan."

Kita escucho estas palabras por última vez cerca de una cama de hospital, esperando que Hitori volviera a abrir sus tiernos ojos celestes, esperando que volviera a sonreír para ella, esperando que volviera a poder abrazarla.

Sostuvo su mano por última vez, y espero que sea donde sea que estuviera Hitori ahora, se haya sentido segura a su lado en ese momento, tal como lo había hecho toda su vida.

La primavera volvió otra vez, las flores que adornaban la tumba de Hitori volvían a levantarse esperando la luz del sol, y Kita volvía a levantarse para respirar el aire de afuera.

Viendo al cielo celeste, susurro.

"Nos seguiremos encontrando... en medio de las nubes."

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