TRES

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JEFF, 11 AÑOS.


Los gritos desgarraron mi pesadilla, a través de las imágenes de riachuelos rojos sobre mármol blanco.

Me senté, desorientado, escuchando gritos y disparos.

¿Qué estaba pasando?

Una luz se encendió en el pasillo, probablemente por los sensores de movimiento. Rodé hasta el borde de mi cama cuando se abrió la puerta. Un hombre alto que nunca antes había visto se detuvo en la puerta, su arma apuntando hacia mi cabeza.

Me quedé helado.

Iba a matarme. Lo podía ver en su expresión. Lo miré fijamente a los ojos, queriendo morir con mi cabeza en alto como un hombre de verdad.

Una pequeña sombra se adelantó detrás del hombre y, con un grito de batalla, Jessie saltó sobre su espalda. El arma se disparó y me sacudí cuando un dolor lacerante me cortó en todo el centro.

La bala pasó mucho más debajo de lo que se suponía. Me habría matado si no hubiera sido por Jessie. Las lágrimas salieron rápidamente de mis ojos, pero tropecé fuera de la cama y saqué mi arma de la mesita de noche. El hombre levantó el cañón hacia Jessie. Alcé mi arma, apunté a su cabeza como Chan y Uno me habían enseñado, y entonces apreté el gatillo. La sangre salpicó por todas partes, incluso sobre el rostro en shock de Jessie. Por un momento, todo pareció detenerse, incluso el latido de mi corazón, y luego todo se aceleró.

El hombre cayó hacia adelante y se habría llevado a mi hermano con él si no hubiera vuelto a saltar al último momento, todavía luciendo aturdido.

Parpadeó hacia mí, después miró hacia el cuerpo. Arrastró su mirada de vuelta hacia mí lentamente, deteniéndose en mi vientre.

-Estás sangrando.

Aferré la herida en mi costado, temblando por la fuerza del dolor. Me temblaba la mano con la pistola, pero no la dejé caer. Disparos y gritos todavía sonaban abajo. Asentí hacia mi armario.

-Escóndete ahí.

Jessie frunció el ceño.

-Hazlo -dije bruscamente.

-No.

Me tambaleé hacia él, casi desmayándome por el dolor agudo en mi cuerpo.

Agarré a Jessie del puño de su pijama y lo arrastré hacia el armario. Luchó, pero lo empujé dentro y giré la cerradura.

Jessie golpeó contra la puerta desde el interior.

-¡Déjame salir!

Temblando de ansiedad y dolor, me arrastré escaleras abajo, hacia la sala de estar desde donde venían los sonidos.

Cuando entré, vi a padre agachado detrás de un sofá en un concurso de disparos con otros dos hombres. Ambos estaban de espaldas a mí. Los ojos de padre se movieron hacia mí, y por un momento, consideré no hacer nada.

Lo odiaba, odiaba cómo nos hacía daño a Jessie y a mí, e incluso a su nueva esposa Nina.

Aun así, levanté la mano y disparé a uno de los hombres. Padre se encargó del otro. El hombre cayó al piso agarrándose su hombro. Padre pateó el arma y luego le disparó en ambos pies.

En algún lugar en la casa oí más disparos, después pasos pesados. Uno entró tambaleante, sangrando por una herida en su cabeza.

Padre frunció el ceño.

-¿Mataste a todos?

Uno asintió.

-Sí. Le dieron a Dos.

𝐌𝐀𝐅𝐈𝐀 𝐑𝐎𝐉𝐀 (ᴊᴇꜰꜰᴛᴀ)Where stories live. Discover now