15. Cosmopolitan

143K 9.7K 8.2K
                                    

«We were in the backseat

Drunk on something stronger than the drinks in the bar»

Cornelia Street - Taylor Swift 

RON.

No vuelvo a beber.

Me paso una mano por la cabeza al despertar, recuerdo lo que dije por mensaje y me replanteo si las acciones que he tomado en las últimas 24 horas han sido las más precipitadas de mi vida. No sé qué pretendo hacer con la obra que estoy armando, estoy convencido que no podré ocultarme tras un telón por mucho más.

Es muy gratificante saber que me gusta la hija de la persona sobre la que he construido mi carrera, no es para nada aterrador pensar que podría no volver a ver sus películas de culto de la misma manera, para nada me parece peligroso que use de esta forma mi oportunidad de que me reconozca como actor.

Estoy jodido.

No hay vuelta atrás, desde ahora tengo cierto acceso a los sentimientos de Amanda y no la puedo lastimar.

No sé qué hacer.

Tiempos desesperados, requieren medidas desesperadas.

—¡Ya estoy en el aeropuerto! —grita Tom a través del teléfono—. ¿En dónde andas? Estoy perdido, ¿Eres ese que tiene un guardia detrás? Oh, ya. —me corta.

No lo veo primero, Tom se pierde entre la multitud de personas. Nueva York es una ciudad agitada, hiperpoblada y caótica, traigo gafas de sol, un tapabocas largo y gorra, aun así sospecho que hay quienes me han reconocido. Mi guardaespaldas sigue de manera discreta todos mis pasos.

No le conté lo que quería hablar, ni que me he besado con Amanda o por qué necesitaba reunirme con él, eso no lo detuvo de tomar el primer vuelo que encontró pese a que no sea necesario que esté presente en esta etapa de la grabación. no tengo claro si Tom es un amigo increíble o un psicópata.

—Hola —susurra—, no sabes lo que me pasó, no me querían dejar subir al avión, tuve que pelearme con una anciana.

—¿Y ganaste?

—No, la soborné. Le debes mil dólares.

—Envíaselos —digo al pasarle mi teléfono a Tom—. Necesitamos privacidad, he alquilado una casa a un par de kilómetros de aquí.

—No hay tiempo para tanto viaje —interrumpe eufórico Tom—, sé de un sitio donde no nos encontrará ni Jesucristo.

Un recorrido de cinco minutos nos deja frente a una antigua escuela privada de escritura, la pintura se cae de las paredes y el polvo se levanta al andar. Hay un par de personas dentro, la recepcionista —una anciana nada amigable— junto a nieto.

Me ofrecen un curso en lo que Tom negocia usar uno de los salones de clase para nuestra reunión improvisada, la puerta del pasillo rechina al abrirse, incluso en la mañana este sitio es tétrico. La luz solar remplaza los focos rotos en el salón principal, aunque no sea necesario cerramos con llave cuando nos dejan solos.

Estornudo al acercarme a las mesas teñidas de gris por telarañas, el olor es terrible, la humedad ha consumido las paredes.

—Este sitio está en la mierda, qué triste que los jóvenes ya no se interesen en escribir. —comento apenado al limpiar un asiento.

—Pff, ni se esfuerzan en promocionar el lugar, esto —señala alrededor—. Es lavado de dinero, en realidad aquí se venden... Ya sabes, en la cantina. Si preguntan, yo no te lo he dicho.

No apto para estrellasWhere stories live. Discover now