Un pequeño soñador

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       En los rincones más olvidados de este mundo se sabía de un orfanato donde niños eran despachados en aquellas tierras, privados del amor y calor de un padre y una madre o simplemente alguien quien pudiera amar a esas almas de puro significado. Aquel insólito orfanato se encontraba aislado del mundo, de la civilización y del conocimiento. La única manera de ingresar a él era mediante vías marítimas, por lo que escapar era algo que se creía imposible, o al menos, hasta el momento en que aquellos dos extraños niños… desaparecieron sin dejar rastro alguno y sin ser vistos por alguien, ni siquiera por los ojos del vil mundo que aquellos dos conocían.

En medio de una fuerte tormenta, que hacía parecer al mar enfurecido contra aquel orfanato, se encontraban en el sitio todo el personal de seguridad del lugar, armando un revuelo comentando de lo que hacía unos momentos acababa de pasar, no lo podían creer, pues era algo imposible, todos tenían los ojos como dos grandes platos. ¿De qué se trataba?, ¿Era obra de magia?, ¿Acaso existía tal cosa? Evidentemente no, se trataba de algo aún más grande, algo que aún no era conocido, y tampoco lo sería hasta dentro de mucho, mucho tiempo.

–¿Qué significa todo este alboroto? –comentó el inspector recién aparecido en la escena.

–¡Inspector! ­–llamó un guardia–. Se trata sobre la reciente desaparición de dos niños: Wolfgang Patriel y Monica Swan. ¡No nos explicamos cómo pudo haber sucedido, todo estaba bajo seguridad!

–Pff, incompetentes –susurró–.  ¡Necesito informes de inmediato, muevan el trasero!

Wolfgang Patriel era un niño de doce años soñador y entusiasta, estaba de buen humor todo el tiempo y difícilmente podían hacer enojar al chico, lo cual irritaba al personal. Era un niño que no conocía mas nada que aquel lugar, no recordaba si había nacido allí o simplemente lo habían exportado al sitio cuando ni conciencia poseía. A pesar de haber vivido sus cortos doce años de vida sin el amor de un pariente cercano, más específicamente de sus padres, era un niño que a diferencia del resto, que pensaban que estaban destinados a vivir y morir en aquel lugar aislado del mundo, donde los deseos y sueños de aquellos eran reprimidos, pero aun así, donde ellos se sentían más seguros, ya que temían lo que pudiera haber más allá de esos furiosos mares. A diferencia de esto, Wolfgang era un pequeño que veía el mas allá lleno de oportunidades, aunque carecía de un amor parental, de todas formas no sabía lo que era, y era reconfortado por los rumores que escuchaba, esos que decían que siempre encontraría a una persona que nos ame como somos, y vivirían juntos hasta que la muerte hiciera lo suyo.

Los únicos amigos del joven chico eran sus sueños y deseos, debido a que los demás niños lo encontraban demasiado raro y optimista para sus gustos. En los tiempos libres del chico, lo único que hacía era arrecostarse en posición fetal en el muro del penumbroso patio bajo las grises nubes, cerrar los ojos, y comenzar a ver más allá de lo que sus ojos le permitían. Era tan divertido para el como eran para los otros los escasos juguetes nuevos que habían en el lugar.

–Miren lo que tenemos aquí –dijo el chico más grande del orfanato acercándose con su grupo– al pobre chico que cree que algún día podrá volar.

Todos se rieron y Wolfgang permaneció callado.

–¿Te haces el listillo? –dijo al tiempo que estiraba su brazo y sujetaba a Wolfgang de su ropa–-. Ni creas que puedes ignorarme, escoria.

–Ya déjame Gred, lárgate tú y tu montón de chupamedias a otro lado.

–¿¡Cómo dices, basura!? –gruñó Gred, apretándolo con más fuerza.

–Que los sordos son idiotas –replicó Wolfgang con una pícara sonrisa.

–¡Has pecado inútil! Muchachos, hagámoslo pedir disculpas.

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2013 ⏰

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