Capítulo 2.

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La noche se había apoderado de la inmensa ciudad y con ella las luces neones eran encendidas, los jóvenes salían a divertirse a bares o cualquier otro sitio donde hubiera alcohol y drogas, era sábado y la ciudad lo sabía.

Un joven de cabello azabache manejaba su moto a una velocidad increíble sin miedo a ser detenido, sabía que nadie era tan idiota como para atreverse a hacerlo y también, si lo intentaban no se iba a detener, iba demasiado tarde al evento de boxeo y si faltaba era muy probable que perdiera una cifra de dinero que incluía muchos ceros.

En cuanto vio las luces en el cielo, sabía que posiblemente la primera pelea ya había comenzado y que estaba a menos de 5 minutos de llegar, así que bajó la velocidad sólo para buscar un lugar donde dejar su preciada Neiman.

--Llegas tarde Jeon. –le recrimina su entrenador en la puerta.

--No llegué tarde, todavía faltan 2 personas para mi combate.

--Como sea, calienta y en un momento entrenas con TaeHyung. –el azabache se rio.

--Ya lo hice, calenté muchísimo. –su tono era de completa burla, causándole un ceño fruncido a su entrenador.

--Eres... --suspiró cansado. –Entrena y cállate, mocoso incorregible.

El hijo del entrenador se levantó y se acercó a Jeon para comenzar a entrenar con Jeon.

--¿Qué tiene el viejo? –el castaño se encogió de hombros.

--No llegaste a la inauguración, sabes que la gente habla mucho. –tiró el primer golpe logrando rozar el rostro del azabache.

--Es pura mierda, ¿Qué importa si estoy o no? –regresó el golpe siendo amortiguado por las almohadillas. –Además, no iba a perderme la oportunidad de llevar a una modelo a la cama sólo porque el señor Tuan quiere que todos escuchen sus patéticos discursos de cuando él era peleador. Que comprenda, su tiempo ya pasó.

--A veces hablas pura mierda JeonGguk. –y fue ahí cuando una patada llegó a su estómago. –Y recuerda, los peleadores no deben irse a coger horas antes de su combate o baja su rendimiento. –Otro golpe llegó al rostro de Jeon.

--Te demostraré cuan falso es ese mito. –todo pasó rápido, los chicos estaban comenzando una pelea lenta, pero con golpes certeros, sin embargo, Jeon no le daría el gusto de demostrar su punto, por lo cual terminó aplicándole una llave a su mayor.

--¡Ey! –el entrenador los separó. –Es tu turno, te toca contra Lee TaeMin, acaba a ese hijo de perra.

--Será un gusto. –Lee y él tenían historia, una muy desagradable en la cual casi fueron expulsados del boxeo internacional.

Jeon iba saludando a todos y dando su mano a quienes estaban extendiendo su cuerpo para lograr tocarlo, la música era fuerte y el olor a alcohol era fuerte. Amaba tanto estar ahí, sentir la euforia de las personas era algo que no podría describir con palabras. Sus ojos se fijaron en el hombre en el ring, con su bata color verde y detalles en dorado, demasiado llamativo para Jeon, él prefería el negro y rojo, sentía que iban con su personalidad.

--¡Sean bienvenidos a la pelea del año, damas y caballeros! –grita el presentador. – ¡A mi lado derecho tenemos a Lee TaeMin 99 kilos de puros músculos! ¡En el lado izquierdo del cuadrilátero tenemos al dos veces campeón de pesos ligeros! --JeonGguk se retiró la capucha causando una ola de gritos. --¡Con 97 kilos en sus puños, Jeon JeonGguk!

Los gritos en el estadio eran ensordecedores, la piel de ambos luchadores se erizaba de la adrenalina que comenzaba a apoderarse de ellos, el árbitro se acercó a ambos con una enorme sonrisa.

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