RELATOS DE TERROR

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UNA PUEBLO LLAMADO “ARAKHO”

Sebastián se mojo la cara para despejarse un poco después de dormir unas preciadas horas

que tanto las necesitaba. Todavía le costaba entender como después de estar tan cerca de su

muerte había estado roncando como un perezoso.

Un fuerte dolor de cabeza le volvió a renacer. No sé si las jaquecas eran porque había estado

leyendo demasiado, o debido a las vibraciones continúas que lo sacudían al viajar en tren.

Quizás se debía a la combinación de ambas cosas.

Decidió ir afuera del vagón para estirar un poco las piernas. El tren se había descarrilado en

una curva, hacia ya unas cinco horas. Fue en medio de una zona árida donde la próxima

ciudad llamada Anahi se encontraba a doscientos cincuenta kilómetros de distancia. Sabía

que la espera iba a ser larga.

Mucha gente estaba asomada y apreciando el paisaje. Del lado derecho de la ruta el desierto

estaba compuesto por miles de árboles secos con retorcidas ramas que formaban telarañas en

el cielo. Eran tan extraños, Sebastián nunca había visto algo igual en cuanto a sus ramas

retorcidas. Escucho que un hombre contaba que le decían “los brazos del diablo”. Sebastián

sentía el cansancio de sus piernas y también que su vejiga iba a explotar. Así que decidió ir

del lado izquierdo de la ruta en donde el paisaje estaba compuesto porpastizales muy altos

que tapaban toda la visión. Eran pastos de dos metros que parecían no tener fin a lo largo de

toda la ruta. Ninguna vez había visto pastizales que alcanzaran esa altura por las rutas que él

solía viajar. En esas rutas, el campo estaba cosechado por maíz, trigo, tomates, lechuga y el

oro del campo argentino: Soja. Se notaba que era una zona muy amplia sin habitantes. La

tierra estaba muerta, por lo que no había ninguna cosecha y había escuchado que el agua de

lluvia era poco frecuente en esa región. El suelo resquebrajado lo decía todo, pero ese día

atinaba con que iba a llover.

Antes de adentrarse tomo un palo que le gusto mucho por su forma y pensó en utilizarlo

como defensa personal por si algún animal salvaje se le acercaba o algo por el estilo. Primero

pensó en orinar pasando la línea quedivide el asfalto con la tierra seca. Pero se sentía

observado por parte de la gente que lo miraba desde arriba del tren y cuando alguien lo

observaba no podía ni sacar una sola gota. Es similar a los animales cuando se sienten

observados y no hacen las payasadas que saben hacer.

Después de mirar que no haya víboras o arañas que les causaban mucha fobia, se adentro

unos centímetros más en los yuyos. La sorpresa fue enorme al ver que los yuyos terminaban a

unos dos metros de donde comenzaban y el paisaje era el mismo que en el lado derecho de la

ruta. Miles de árboles con ramas que apuntaban para cualquier lado. Plantados en una tierra

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