Prefacio

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Termino de desconectar el par de pantallas que forman parte del equipo mi cómputo para guardarlo con mucho cuidado, hoy por fin he decidido cambiarme a un departamento en lugar de vivir en la hermandad. No es que no me guste estar aquí, es genial hacerlo, pero ahora se viene el comienzo de un nuevo año escolar y con eso todos los nuevos integrantes lo que quiere decir: desenfreno, alcohol, sexo, peleas. Claro que no soy un hipócrita diciendo que no disfruto también de todo esto, pero lo mío es más lo solitario, tener mi propio espacio.

Esto lo hacia solo por joder a Oliver —mi padre—, es por eso que en lugar de vivir en uno de los quince edificios residenciales para estudiantes como lo hizo Adam—mi hermano mayor— decidí unirme a una hermandad, aun recuerdo lo furioso que se puso cuando se entero, una pequeña sonrisa surca mi cara ante el recuerdo.

Siempre he sido solitario, me gusta mi soledad y el control. Siempre el control, nunca dejo que las cosas se me salgan de las manos por lo que considerando que este es mi último año he decidido que necesito mi espacio para funcionar al cien.

Tampoco es como que vaya a extrañar mucho los gemidos y gritos de los cuartos de todos aquí.

Ayer fue el último día de clases por las vacaciones de verano, es por eso que la mayoría de los estudiantes o ya se fueron o están por hacerlo.

Suspiro una vez más antes de terminar de guardar todo en cajas con plástico que tiene cientos de burbujas para que no se dañen el contenido cuando las trasporte.

Tampoco es que me vaya a mudar solo, lo que era mi plan inicial pero mamá Eleonor —quien en realidad es mi abuela paterna— insistió en que no estaría tranquila conmigo por ahí solo, no me gusta que se preocupe por mi así que no me quedo de otra más que ceder a sus demandas.

Mi teléfono suena en alguna parte de la habitación, no le presto atención por que me es más importante terminar de mudarme para poder irme a Bolton —lugar donde vive mi familia y donde nací —donde me espera mi caprichosa abuela, de solo imaginarla sonriendo cuando me vea llegar el pecho se me calienta.

—Ya estoy listo — habla Daniel desde el marco de la puerta viendo todo el desastre que aun es mi habitación.

Daniel es mi amigo desde mi primer año siendo un universitario, el era mi compañero de residencia hasta que a mitad del primer año decidí unirme a la hermandad y el quiso hacerlo conmigo, claro que entramos a una de las más solicitadas y con más Degenere.

—Que bien— hablo, sin prestarle mucha atención,  guardando otras tantas cosas.

—Estamos de mal humor hoy — no es una pregunta, por lo tanto no respondo.

Escucho un resoplido y eso solo es la ante sala de una charla en la que muy posiblemente no voy a participar y que tampoco pedí.

—De tanto en tanto deberías sacar la cabeza de tu culo y tratar de socializar con las personas.

—Ah no te has ido—murmullo, volviendo a lo que estaba haciendo.

—Ni siquiera me voy a ofender—aclara, como si me importara —. Se que si no fuera por mi no hablaras con nadie, así que yo soy el amigo genial y tu el amigo de mierda asocial.

Sus palabras me tiene enarcando una ceja, por lo que levanto la cabeza y la giro lentamente para llevar mi índice a la nariz donde empujó mis lentes de montura.

Casi AlgoWhere stories live. Discover now