la búsqueda

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De pronto un calor sofocante lo invadió, había mucha humedad y un arrullador sonido tropical.

—¿Que diablos haces aqui? —le preguntó Claus al notar que se había colado en el portal.

—Si se trata de mis amigos, tengo que estar aquí — ante esa respuesta el hombre solo resopló y lo dejó pasar.

El lugar estaba oscuro y la maleza espesa, se podían oír grillos cantar en una infinita sinfonía. Christian se estiró el cuello de la chaqueta de lana en un intento de aliviar el calor sofocante y húmedo que lo incomodaba, de reojo observó al hombre grande y vestido de rojo que parecía inmune al cambio de temperatura.

—Allí está. —señaló a lo lejos en la oscuridad.

Bajo una tenue luz en una casa con grandes ventanales, situado en el garaje se hallaba un hombre agachado al lado de su motocicleta, arreglando algún desperfecto de ella misma, con las manos cubiertas de grasa acomodó un par de tuercas con suma concentración.

Sin que lo notase Krampus se acercó lentamente desde atrás, estirando en la mano derecha una larga vara de madera que usaba como un cruel látigo. Entonces levantó la vara en lo alto dispuesto a golpear al hombre por detrás.

—Carlos —dijo con voz gutural esperando que este se girarse para entonces golpearlo. Pero en cuanto el hombre se giró y la vara cayó sobre él, Claus se interpuso entre los dos deteniendo por completo el golpe.

Carlos cayó al suelo presa de la sorpresa con un grito ahogado al ver a los dos gigantes delante de él.

—¡Te dije que no son tuyos! —le gritó Claus sujetando aún la vara en sus manos.

—¡Ellos se merecen lo que les haré!

—¿Q-que fue lo que hice? —preguntó desde lo bajo el acusado.

—¡Eso lo sabes muy bien! —gruñó Krampus girandose hacía él. Pero tanto Carlos como Christian se veían completamente sorprendidos por la acusación —Las mentiras que dijeron no se quedaran impunes. —ambos se miraron con los rostros pálidos, imaginando un sinfín de situaciones.

—¡Ya vete Krampus! —los defendió Claus con la hacha brillando en la tenue luz.

—No podrás salvarlos a todos— amenazó el demonio desapareciendo entre la maleza.

Todos se quedaron unos segundos mirando al lugar en el que había desaparecido la horrible criatura esperando que esta no fuera a regresar.

Un momento después los humanos suspiraron aliviados y se miraron el uno al otro.

—¡Charlie! —dijo Christian feliz de conocer en persona a su amigo después de tantos años.

—¡¿Christian?! —preguntó él con una sonrisa en el rostro.

Al reconocerse ambos se dieron un abrazo de alivio al sentirse a salvo y de alegría por concoerce al fin.

Estuvieron juntos unos cuantos minutos, hablando de temas muy variados, emocionados por ese inusual encuentro.

—Deberías pasar a tomar café —lo invito al fin al darse cuenta de las condiciones en las que tenía a sus invitados.

—Ya nos vamos—se adelantó a decir Claus acercándose.
Christian lo miró por un momento y comprendió a que se refería, otro de sus amigos se encontraba en peligro.

—Entiendo, lamento no poder quedarme, pero estoy muy feliz de haberte conocido —dijo Christian en una amistosa despedida.

—Pará mí también fue maravilloso conocerte y gracias por salvarme de aquella criatura. —se detuvo por un momento y entonces preguntó —¿podrían decirme por qué lo hicieron?

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⏰ Last updated: Dec 26, 2022 ⏰

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Una Navidad No Tan NavideñaWhere stories live. Discover now