¿hice algo malo?

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La luz era cada vez más escasa, el frío se asentaba con más fuerza, obligando a Christian a aferrarse a su abrigo gris y asegurarse de que el fuerte viento no se lo arrebatase.

Cuándo finalmente llegó a casa, empujó la nieve de su pórtico y entró sacudiéndose, quitándose el blanco de los hombros y cabeza.

Una vez con ropa más cómoda se preparó una taza caliente de café, caminó a la sala y le dio una ojeada a su calendario; era el 6 de diciembre, suspiró y observó a su alrededor, aun no había decorado su casa para navidad, se sentía un tanto culpable por ello, pero el frío y la dura jornada en el trabajo le quitaron ese peso de encima —debía tomárselo con calma— respiró el aroma del café y luego se sentó cómodamente en el mullido sofá frente a la ventana para leer. El libro que tenía era uno de fantasía, con hombres lobo y algo de terror adjunto, que lo había tenido muy intrigado los últimos días.

Una hora después seguía en la misma posición, acababa de leer una emocionante escena y trataba de imaginarse como aquellas bestias peludas y salvajes podían ser tan fascinantes. Cerró los ojos inundando su mente de las fantasiosas imágenes de lo que había leído hace poco.

Un tiempo después escuchó un fuerte ruido que lo despertó , era un sonido metálico y pesado que parecía acercarse a su propiedad. Preocupado miró por la ventana, pero la oscuridad no le permitía ver nada más que el débil faro que brillaba en la calle iluminando como mucho un metro a la redonda.

El sonido se repitió, está vez más claro, más fuerte: se trataba de cadenas, cadenas grandes y pesadas. Venían de su pórtico.

—¡¿Quién es?! —gritó desde adentro buscando su escopeta calibre 16 de debajo de las escaleras.

Nadie respondió, solo se escucho un fuerte resoplido y un ruido sordo que parecía ser el de las cadenas al caer al piso.

—¡Responde! —insistió —¡¿Qué quieres?! - continuó mientras le quitaba el seguro y colocaba las balas.

La sombra que se asomaba por debajo de la puerta parecía moverse inquieta, Christian tomó el pomo de la puerta y lo giró rápidamente mientras apuntaba con precisión a lo que fuera que estuviese en el exterior.  Pero cuando abrió la puerta no encontró nada más que nieve y oscuridad. Miró el suelo y no había marcas de cadenas, sólo las huellas de algún animal, quizá un cerdo o una cabra, era difícil saberlo por lo superficiales que eran.

Extrañado cerró la puerta y bajó el arma, la puso cerca de la entrada, solo por seguridad.

Decidió no darle más vueltas al asunto, quizá se había metido demasiado en la historia. Aun así, tomó el libro de la mesa y se dirigió a su sofá nuevamente, sin embargo se detuvo de golpe tras dar el primer paso; había algo extraño que sobresalía de su alto respaldar: unos largos y curvados cuernos color cedro, implantados en una cabeza de pelo negro y despeinado.

Al ver eso Christian dió un respingo y retrocedió para tomar su arma nuevamente.

—Eso no te servirá conmigo —dijo el intruso con voz gruesa y profunda deteniendo al veterano a medio camino.

Entonces sin previo aviso aquella criatura se levantó, irguiendo su fornido cuerpo cubierto de un pelo negro como la noche misma, con piernas curvas y pezuñas iguales a las de una cabra.

Christian se quedó de pie, incapaz de moverse, mirando con los ojos muy abiertos aquella horrible criatura que invadía su sala.

—Christian Rivera —comenzó la criatura, para sorpresa del desafortunado —se que este año fuiste un chico malo —dijo en tono de burla

—¿M-malo? —respondió él sin comprender lo que sucedía.

—Exacto —contestó el monstruo— por eso estoy aquí, vine para "castigarte" —pronunció con voz gutural causándole escalofríos al acusado.

—¿De qué estas hablando?...¿Que fue lo que hice?

—Tu sabes lo que hiciste —Respondió la criatura mostrando sus dientes de forma tenebrosa, haciendo retroceder a su víctima. Estiró su mano derecha donde sujetaba una larga vara de madera y luego levantó la otra que cargaba una pesada cadena. —Es hora de que pagues.

El monstruo dió otro paso hacia él, y entonces con la adrenalina recorriendo su sistema el hombre pudo retroceder y correr hacia la puerta para tomar su arma. La cargó y disparó sin dudarlo. La criatura recibió el disparo en el pecho y entonces se detuvo, levantó la mirada y sonrió de forma escalofriante.

—¿Eso es todo lo que tienes? —le preguntó la bestia de forma burlona.

Christian se preparo para realizar otro disparo, pero en un parpadeo la criatura desapareció, intentó encontrarlo pero había desaparecido por completo, entonces sin previo aviso sintió una embestida que lo golpeó contra la pared, haciendo que soltase su arma y que un sabor metálico invadiera su boca.

—Ahora, vendrás conmigo —dijo el intruso levantandolo del piso y colocando sus cadenas al rededor de su presa. Las aseguró con fuerza y comenzó a tirar de él, era imposible escapar e incluso respirar. Comenzaba a perder la conciencia en medio de una desesperación desmedida por huir.

—¡Krampus! —gritó de pronto una voz profunda y masculina. La criatura entonces se detuvo y se giró lentamente hacia el recién llegado.

—Claus —respondió este.

—¡Déjalo! - ordenó con firmeza.

Krampus rió con fuerza negándose a soltar a su presa. Entonces sin más tardanza Claus se acercó y con su hacha cortó las cadenas que arrastraban al desafortunado, liberandolo de aquella presión que no lo dejaba respirar.

—¡El es mío! —gritó Krampus enfurecido.

—¡No lo es! —respondió Claus amenazandolo con su hacha. El monstruo retrocedió intimidado.

—Bien, puedes quedarte con este, pero los otros, los otros son míos. —dijo con voz tenebrosa desapareciendo entre las sombras.

una vez hubo desaparecido el monstruo de la sala Claus se inclinó y ayudo a Christian a liberarse de aquellas pesadas cadenas.

  —Cada año es lo mismo....—decía para si mismo Claus mientras desenredaba las cadenas.

—¿Claus? ¿Santa Claus? —preguntó Christian perplejo una vez pudo respirar.

—¿Eso es lo que te sorprende mas? —preguntó el hombre levantando una ceja.

Christian estaba demasiado sorprendido y alterado por todo lo sucedido, realmente son podia responder esa pregunta en ese momento.

—Es hora de irme—dijo el hombre de barba blanca y cuerpo fornido levantándose ágilmente para ir tras aquella criatura.

—¡E-espera! —pronunció finalmente Christian dando un paso hacia su salvador—¿a que se refería con los otros? 

—A tus amigos, aquellos con los que causaste todo este problema.

—¿Pero de que hablan? ¿Qué hicimos?

—Eso ya lo sabes, no me hagas perder el tiempo. —contestó mientras tomaba una esfera de vidrio del morral que llevaba colgado al hombro—Debo llegar antes de que sea tarde—giró la esfera de vidrio con apariencia escarchada y la lanzó con fuerza contra la pared, al instante una especie de portal se abrió en la pared y el camino sin titubear hacia él.

Christian observó atónito por unos segundos, preguntándose si todo aquello era real —¿y todo era cierto?¿Los demás peligraban?— entonces cerró los puños con fuerza y corrió al portal junto a Claus justo antes de que este se cerrara.








Una Navidad No Tan NavideñaWhere stories live. Discover now