Tantrum

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Cherri respiró hondo, apoyando sus manos sobre sus rodillas para recuperar el aliento. Una sonrisa se formó en sus labios. Rápidamente ella explotó en risas al ver todo el prostíbulo explotar. El helicóptero sobre su cabeza tuvo que alejarse y ella aprovechó para mirar a la cámara, esperando que Vox estuviese divirtiéndose tanto como ella al ver otra propiedad de su novio volverse cenizas. Cherri se dejó caer hacia atrás, cerrando su agarre en un tubo y usándolo para deslizarse por este hasta el suelo. Ella corrió por el callejón, oyendo múltiples autos llegar y en pocos segundos los gritos de otros demonios dando órdenes para su búsqueda.

Una segunda explosión se llevó a los edificios aledaños junto a la principal estructura.

La adrenalina corriendo por sus venas y el aroma a pólvora la hizo sentir invencible. Cherri corrió hasta llegar a la calle principal y respiró hondo. El cielo estaba aclarándose y ella debería estar durmiendo, pero ¿Cómo hacerlo después de haberse divertido tanto?

Voces a la distancia.

Sus perseguidores seguían con vida.

Ella miró al cielo, pero no hubo vista alguna del helicóptero.

Pero sus ojos notaron la cámara de vigilancia.

— Oh, vamos Voxxy, no es divertido si cedes a los caprichos de Valentino. —Ella levantó su dedo del medio a la cámara y pudo jurar que esta titiló divertida— Jódete.

— ¡Ahí está!

Cherri apareció tres bombas más y sin mirar atrás las lanzó por el camino que había usado. Como última medida destruyó la cámara de seguridad de un disparo y solo se movió hacia otro callejón. Si alguien había sobrevivido, no esperarían que ella se quedara cerca.

Valentino no sabía tomarse bien una sana competencia, peor aun perder. Pero eso era parte de la diversión. A esa rata no le haría feliz saber que la razón por la cual Cherri había atacado ese día y a esa hora, justo cuando no había trabajadores, era porque su jefe de seguridad no sabía resistirse a rubias y una botella de vodka.

A veces era demasiado fácil.

Había pocos sectores en la ciudad que no usaban la tecnología de Vox. Uno de ellos era la Colonia Caníbal, la cual ella no iba a arriesgarse a poner un pie ahí si es que quería seguir existiendo.

Y...

Oh, Angel iba a estar encantado con esto.

Maldita sea.

Cherri corrió un par de calles más, su mirada se detuvo en un demonio que estaba madrugando para abrir su negocio. El auto no era la gran cosa, pero serviría por el momento.

Golpe.

Llaves.

Empujar el cuerpo fuera de su camino.

Acelerar.

Eso tuvo que hacerlo cuatro veces más, cambiando entre autos y motocicletas, buscando los puntos ciegos de las cámaras de seguridad hasta llegar a la zona de Diesel y Vapor. La vista era algo más, aún si ella debía admitirlo. Vox no tenía jurisdicción ahí. La maquinaria y tecnología era aterradoramente marcial o estéticamente elegante. Cherri se bajó de la motocicleta justo en la frontera y esquivó a uno de los autómatas a Diesel que estaba recogiendo la basura con sus largas extremidades de metal como patas de araña, creciendo y encogiéndose, dependiendo de donde debían alcanzar. Un tranvía automático recorría la mitad de la calle dejando una hilera de vapor. Cherri llegó a la pequeña plataforma que hacía de estación y subió a uno de estos que se dirigía al este.

A lo lejos las nubes de su propia destrucción ocupaban el cielo.

Pero ahí había otro ritmo y realidad.

Es una mejoraWhere stories live. Discover now