5. La cena

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Maldición… Este estúpido dolor de cabeza no me deja ni pensar, era en ese momento en que agradecía por completo que la ventana estuviera bloqueada pues así los molestos rayos del sol no me podían molestar.

Me hundí debajo de las cobijas y maldije una y otra vez mi situación, no podía creer lo que me estaba pasando, caminé descalza bajo un fuerte granizo, tenia una fea herida en mi frente que hacia estragos con mi cuerpo entero… y como cereza de mi pastel de mala suerte; estaba atrapada en la mansión de un hombre de historias de mitos, quería pensar que el nombre de Sebastian era mera casualidad…

Vamos Karen, no te vuelvas loca y piensa lógicamente… no estoy en la mansión de un mounstro… la hija del jefe del pueblo se fugo con su novio y por eso esta aquí… si, eso debía ser…

— ¿Karen?

Me escabullí entre las cobijas y apenas asomé un poco mi rostro para poder ver a quien me hablaba… Ah… era Adriana.

— ¿Qué pasa?

Le dije de mala gana, oh vamos, mi dolor de cabeza me estaba poniendo de un muy mal humor.

— ¿No te gustaría bajar a cenar?

— ¿Cenar?

— Si… cenar, ya es de noche.

La chica, con el mejor carácter del mundo se acercó a mi y me retiró de encima las cobijas, yo solo me hice ovillo en mi lugar, abrazando mis piernas y ocultando mi rostro en mis rodillas.

— Este dolor de cabeza me esta matando, no quiero cenar.

— Pero Karen, necesitas comer, no has comido nada en todo el día, vamos, por favor…

Oh, ¿Cómo podía negarme a esa voz de suplica y esa mirada de cachorrito abandonado en mitad de una lluvia torrencial? Suspiré pesadamente y me fui reincorporando, el dolor de mi cabeza me hacia ver las paredes danzando a mi alrededor… y me dio hasta cierta gracia ver el cuerpo de Adriana deformándose delante de mi.

— ¿Sucede algo? Karen

— No, ¿Por qué?

— Porque… sin ofender pero estas sonriendo como retrasada y comienzas a darme miedo.

Casi la maldigo al escucharla… pero tenia razón, sin ningún motivo estaba sonriendo efectivamente como retrasada. Me di un pequeño golpe en la mejilla para despabilarme.

— Mejor vámonos a cenar, no me siento muy bien.

— Eso se te nota, pero no te preocupes, no tardaremos

Asentí cortamente, y aun vistiendo aquellas ligeras prendas la seguí por un extenso pasillo que estaba después de mi habitación, vaya, nunca había salido de mi cuarto y en realidad parecía que estaba mas en una mansión que en una humilde casa… de verdad me intrigaba.

El harem del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora