Día 81

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Baekhyun no supo cuánto tiempo pasó en aquel baño, acurrucado sobre sí mismo y sollozando como un niño pequeño en el mismo punto donde Kai lo había dejado caer. Le hubiera gustado levantarse, le hubiera gustado gritar, le hubiera gustado abrazar a Kyungsoo y darle las gracias por no dejarlo total y absolutamente solo allí, pero lo cierto era que se sentía cansado, vacío por dentro e infinitamente triste, hasta el punto de no poder ni siquiera moverse.

En un momento dado, Kyungsoo, que había permanecido sus buenos diez minutos sentado a su lado, se excusó y se levantó, móvil en mano, antes de salir un momento. Un período indefinido de tiempo después, volvía acompañado de Jongdae, que se había quedado parado en el umbral como si no pudiera acabar de creerse lo que estaba viendo.

—Por dios, Baekhyun —había dicho, y el chico creía haberlo oído sonar genuinamente alarmado por primera vez en toda su vida de maldad ininterrumpida. Tras una pausa, cruzó el baño y se arrodilló frente a él, como si no supiera muy bien qué hacer. Probablemente, Kyungsoo ya le habría informado de todo lo que pasaba, porque no preguntó por qué estaba llorando—. Soy un bocazas, lo siento. Si no te hubiera presionado en la cafetería, todo esto...

—El que dijo lo que dijo fui yo —replicó él con voz suave, cortándolo—. Haga lo que haga, siempre acabo haciéndole daño a Chanyeol. No es culpa tuya. El problema soy yo.

Jongdae dijo algo más, pero Baekhyun ya no escuchaba. Apenas reaccionó cuando sus dos amigos lo hicieron levantarse, ni cuando lo sacaron del instituto aprovechando el caos de la hora de comer, arrastrándolo hasta su parada de autobús de siempre.

—¿Hay alguien en tu casa, Baek? —le preguntó Kyungsoo, hablándole casi al oído—. ¿Está allí tu madre? —cuando Baekhyun murmuró una negativa, frunció el ceño con un aire sorprendentemente resuelto para alguien de apariencia tan suave como la suya—. Está bien. Jongdae, vuélvete a clase y avisa a Luhan de lo que ha pasado. Yo voy a acompañar a Baek a casa.

Jongdae se rió en voz baja durante un momento, como si quisiera reducir la tensión que reinaba en el ambiente.

—Wow, ¿nuestro perfecto Do Kyungsoo saltándose las clases de la tarde? Que alguien llame a la prensa —tras una carcajada, sonrió, esta vez con sinceridad—. Quédate con él, ¿vale? Alguien tiene que hacerlo.

—Sí.

Lo siguiente que supo Baekhyun fue que Jongdae se había despedido de ellos y que Kyungsoo y él estaban sentados en su autobús de siempre, que a aquella hora iba prácticamente vacío, camino a su barrio, a su calle, a su casa, a la que llegaron en unos cuarenta minutos que al chico se le hicieron eternos. 

Fue Kyungsoo quien le quitó las llaves de las manos y abrió la puerta, y quien lo guió hasta su habitación a través de una casa que, con su madre trabajando de nuevo, parecía enorme, y absolutamente vacía. Por primera vez desde que las había pintado de aquel color, las paredes de su habitación le parecieron frías y asépticas, como las de un hospital y, tan pronto como Kyungsoo lo hizo sentarse en la cama, Baekhyun lo aferró por la parte baja de la chaqueta del uniforme.

—¿Vas a volver al instituto? —murmuró—. ¿Puedes... quedarte aquí un poco más?

Kyungsoo permaneció donde estaba, con los brazos en jarras y el ceño fruncido, como si una parte de él todavía se debatiera entre gritarle y abrazarlo.

—Me quedaré con una condición —dijo finalmente—. Vas a contarme lo que te pasa con Chanyeol; lo que te pasa de verdad. ¿Cómo has llegado a esto? Me suponía que te gustaba, Baekhyun, pero no porque tú me hayas dicho nada. ¿Qué es lo que ha pasado durante estos últimos meses para que estéis así?

88 Días [EXO; ChanBaek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora