UNO FRENTE AL OTRO

¿Qué hacía en su cuarto?

Se recogió sus rizados cabellos formando un moño. Buscó su tablet, la puso a cargar, seleccionó una canción y le dio al play. ¿Pero quién? -Os estaréis preguntando-. Pues quién tenía que ser, la protagonista de esta historia, a la que ya presentaremos más adelante. 

Ella cerró sus ojos, respiró profundamente y empezó a hacer eso que tanto le gustaba. Pero antes cerró la puerta de su cuarto. Era una tarde de domingo, empezaba la primavera, hacía sol y su cuarto estaba precioso, iluminado por esos rayos de sol que tanta energía desprendían. Empezaba a llegar el buen tiempo y junto a él, el buen humor que sentimos todos al darnos cuenta de que un año más, se acerca el verano, una de las estaciones más amadas por todos. 

Justo en la habitación de al lado, encontrábamos al padre de la joven, estaba estudiando inglés muy concentrado, sin saber que su hija no estaba estudiando cómo le había dicho que iba a hacer, si no que, estaba disfrutando realmente de algo que nunca podría ser. 

Vamos a empezar a hablar de la joven, ¿Quién era?, ¿Cómo se llamaba? Ella era Marta. Tenía dieciséis años y allí estaba una tarde más dedicándose a bailar. Ésta era su pasión. Desde pequeña veía todo tipo de programas relacionados con el baile, era algo que le apasionaba, lo daba todo bailando, sentía la música y intentaba transmitir todos esos sentimientos mezclados y enrevesados que podía sentir una adolescente. Pero en verdad, no sabía si era capaz de transmitir a los demás eso que buscaba, ya que nadie le había visto bailar nunca antes. Ni sus propios padres.

Era una pasión que la mantenía en secreto, no sabía ella ni el porqué. Tal vez por vergüenza, miedo, por chocarse con una realidad paralela indeseable, quien sabe, era todo un misterio por resolver. Ni el propio Sherlock hubiese encontrado una respuesta. 

La cuestión es que ese domingo, iba a ser un domingo más en los que Marta lo daba todo bailando. Le gustaba el baile lírico. Cuando empezaba la canción empezaba a bailar, se olvidaba de todo y se imaginaba que estaba en una película o en un escenario lleno de público. Se imaginaba que triunfaba. Algo que en verdad, ella pensaba que nunca pasaría en la realidad. 

Marta nunca había asistido a una clase de baile, todo lo que sabía era por vídeos de otros profesores y alumnos. No tenía los conocimientos necesarios para bailar. Ella tan solo imitaba, pero era feliz haciéndolo. Realmente disfrutaba. Una de sus curiosidades era que nunca hacía un baile igual. No le gustaba aprender ni memorizar bailes. 

Copiaba pasos de grandes profesionales, bueno los intentaba hacer, a su manera, pero los hacía más o menos. Luego mezclaba todos esos pasos entre sí con una canción de fondo. Pero siempre improvisaba. Nunca hacía un baile igual, solo hacía pasos que recordaba de bailes que ya existían y dependiendo de la canción decidía hacer unos pasos u otros. 

No sabía cuánto iba a durar haciendo esto, tampoco sabía si era normal esconderlo. No era nada malo, no hacía falta mantenerlo en secreto. Pero ella lo hacía, era así. Era especial, diferente, tenía algo que la diferenciaba de las chicas de su edad. Pero ese algo era muy guay. 

Ese día, al igual que muchos otros pasó unas dos horas bailando, escuchando la música, sintiéndola. Durante las dos horas no repitió  ni un solo paso. A veces se los inventaba, ni ella sabía que estaba haciendo, pero le encantaba. 

Sin duda, lo que más le gustaba era expresar con su cara. Podía poner todo tipo de caras. Era realmente increíble. Si quiero hacerte sentir que  estoy loca, lo haré,  si quiero que pienses que estoy triste lo lograré, si me apetece transmitir una felicidad incalculable también lo conseguiré. Eso era lo que ella se decía, lo que pensaba, pero nunca lo sabría hasta que no bailara enfrente de alguien. Hasta hora solo le había visto un espejo que tenía en su habitación, ese había sido su único espectador. Por desgracia éste no podía hablar ni darle su opinión. 

Pero sí, eso hacía cada tarde, bailar. En su cuarto, a escondidas. Ya sabéis el gran secreto de Marta.  Bueno, uno de los muchos que tenía.