Capítulo 18.

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—¿Cómo estuvo el fin de semana en casa de los Russo? —Pregunta Liz, sentándose en una de las bancas del patio mientras riego las plantas en mi jardín.

Ayer no llegamos a tiempo, así que cuando padre fue a buscarme a casa de Valentine no me encontró, sin embargo, el barón Dominic cubrió nuestra espalda. Le inventó que nos encontrábamos en una cena con su esposa y que me llevaría él mismo cuando regresáramos del evento, algo que papá se creyó.

—¿Ahora si me hablarás? —respondo en su lugar

—No hagas que me arrepienta.

—No tendrías por qué. No he hecho nada malo. —me muevo, yendo de maceta en maceta — ¿Y a Daniel? ¿Ya lo disculpaste?

—No y tampoco pienso volver a hablarle, pero eso no contesta mi pregunta.

—Muy bien. Los Russo son muy amables.
—Me gusta que al menos tú cuentas con la facilidad para hacer amigos.

—No es tan difícil. ¿Dónde dejaste Edmund? ¿Ya se fue? Porque no quiero que venga aquí. Salí al patio justamente para no encontrármelo.

Cuando llegué esta mañana de las tutorías, lo encontré en la sala y ha permanecido con mi hermana desde entonces.

—Esta en el baño. Quiero que comprendas que él me necesita y yo debo apoyarlo. Sus padres se fueron de la ciudad por una amenaza. Esta devastado. Entenderás que, a pesar de las diferencias entre ustedes, tengo que darle mi mano en estos momentos.

—¿Diferencias? —replico, molesta —¡Me acosa, Liz!

—Yo se lo he preguntado y él me ha dicho que eso no es cierto y mucho menos que te llama por mi nombre.

—¿Y así de sencillo le vas a creer? Jamás te he dicho una mentira, ni una sola. No puedes poner en duda mi palabra. Y aunque no me lo hayas preguntado, me gustaría que se fuese.

—¿Por qué habría de marcharme? —irrumpe Edmund, entrando al patio y sentándose al lado de mi hermana.

—Porque no deberías estar aquí. Tienes una denuncia y por respeto tienes que estar alejado de mí.

—Es una denuncia muy injusta, a decir verdad, pero no una orden de alejamiento.

—A eso ha venido también —protesta Liz —. Para pedirte que la quites.

—No lo voy a hacer. Te conté como él se comporta conmigo.

—No comprendo cuál es tu afán por injuriar mi nombre. Mis padres se han tenido que ir de la ciudad por ese atentado que seguro hizo el príncipe Stefan.

—Él no ha hecho nada. Sería incapaz de lastimar a alguien.

—¿Entonces quién lo hizo?

—No lo sé, pero de lo que si estoy segura es que esa denuncia no la voy a quitar.

—Emily, por favor. Como tu hermana te lo pido.

—¿Cómo puedes ponerte de su parte? —reclamo, molesta.

—Porque lo conozco y sé que él jamás haría algo semejante.  Hablé con Edmund y prometió jamás volverte a hablar. Solo quita la denuncia que vas a dañar su imagen en el ejército.

—Él ya no está en la guardia azul. Fue dado de baja por comportamiento inapropiado. Lo leí en un expediente que Stefan me enseñó.

—¿Eso es cierto? —encara a Edmund, quien no tarda en negarlo.

—¿Entonces por qué aún estás aquí? —discuto —Cuando todos en la frontera están trabajando para defender el reino después de los últimos ataques que ha hecho el rey Magnus.

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